-¿Qué cambia en esta función de Golfus Hispanicus en el Colón respecto al estreno de la obra?

-Desde que estrené el espectáculo han cambiado mucho las cosas y ya no gobierna Zapatero. Y por aquel entonces el Rey no se había ido a cazar elefantes ni Cospedal tenía la casa que compró ahora.

-¿En qué se parece su Hispania con la España actual?

-Si en el Imperio Romano el lema era pan y circo, ahora es fútbol y cerveza. Los gobernantes antes no contaban con el voto del pueblo y ahora apenas lo tienen en cuenta. Es triste comprobar que en veinte siglos hemos evolucionado tan poco.

-¿Qué sensaciones pretende despertar en el público?

-He intentado poner un poco de humor a la realidad con un toque de ternura. Aunque sea doloroso hay que saber darle la vuelta a la chaqueta para ver el forro. En España tenemos la suerte de que con cualquier cosa está el chiste hecho porque sino saldríamos a la calle con un arma.

-¿Es más necesaria hoy que nunca saber reírse?

-Los cómicos tenemos el papel de divertir a los espectadores y la risa es la mejor terapia para sobrellevar esta situación. La gente necesita reírse.

-¿Qué ha llevado a la decadencia de este imperio?

-El todo vale, la televisión con sus personajes mediocres, la ambición política o usar al pueblo para intereses individuales son algunas de las causas de esta crisis. Estamos en una democracia que no es más que una dictadura a la que se le llama de otra forma.

-No deja títere con cabeza.

-Del Rey hacia abajo no se salva nadie. Políticos, banqueros, la Iglesia? No hay ningún Pepito Grillo y casi todos son Pinochos.

-¿A quienes le lee la cartilla?

-Rajoy, Cospedal, Botín, el Rey, Urdangarín? Son personajes que van entrando en el partido según se suceden los acontecimientos, pero son tantos que me sobra material.

-¿Qué recomendaciones les da para que cambien su forma de actuar?

-Los políticos no van al teatro y ni siquiera saben lo que pasa en las calles. Pero mi espectáculo para que la gente escuche en voz alta lo que piensa porque no están acostumbrados a hacerlo y eso les produce sensación de libertad.

-¿Cuál es el papel de la sociedad para cambiar la situación?

-Todo el mundo asume muy bien que tiene derechos pero no tanto las obligaciones. La crisis económica y la de valores han coincidido y con el 21% de IVA a la cultura la clase media tendrá un nivel cultural más bajo. Interesa más una juventud aficionada al botellón y al fútbol que otra que compre libros y vaya al teatro porque al borrego se le manipula mejor.

-¿Asusta ver la evolución de las nuevas generaciones?

-Pasó algo parecido con el movimiento hippie o el rock. La diferencia es que ahí había detrás una filosofía y ahora no hay nada. Además el concepto familiar se está rompiendo y se han saltado vallas que solo conducen a caer al precipicio.