"Es como una botella cargada de sensaciones y emociones que llegó primero a las playas de Bilbao y ahora desembarca en A Coruña". Así es como el fotógrafo Vari Caramés describe el itinerario seguido por su última exposición desde la bilbaína Sala Rekalde hasta el Kiosco Alfonso. Ritmo Mareiro recoge un concienzudo trabajo de selección de imágenes realizado por el artista y el comisario de la muestra, Miguel Fernández. "No sabría cuántas hay, no porque haya muchas, sino por la intención de crear algo que no fuese empalagoso para que la sala respire", admite Caramés, que cree haber "articulado todo bien" finalmente.

Un proceso en el que hubo que descartar las centenares de instantáneas tiradas por el gallego desde sus inicios en la década de los ochenta hasta la actualidad. Se muestran así las fotografías más significativas del autor. "Siempre suelo decir que es como una colección de perlas, ya que para escoger una hay que abrir miles de ostras", arguye el ferrolano, que dice sentirse coruñés tras mudarse a la ciudad a los diez años.

De ahí que en la exhibición "haya un guiño a la ciudad", indica. "Coruña aparece continuamente, pero también hay muchas de cuando viajo", señala Caramés. Entre las imágenes admite no ser capaz de escoger solo una. "Cada fotografía tiene su mundo, más aún en esta selección, que tiene muchos años de trabajo", aclara orgulloso el artista.

El Kiosco Alfonso es testigo desde la pasada tarde hasta el próximo 26 de mayo del Ritmo Mareiro. El fotógrafo atesora un cariño especial para la sala, al señalar que "es un placer tener esta exposición en un sitio tan importante, un auténtico honor", aunque confiesa que "jugando en casa siempre hay más exigencia".