Volvió el maestro Florio con su agrupación I Turchini al Festival Mozart. Había venido hace unos años con las óperas Pulcinella vendicato, de Paisiello, y Partenope, de Vinci (ésta, dentro del festival de Amigos de la Ópera); y, en ambos casos, había obtenido un enorme éxito. No menos logró en esta ocasión con un florilegio de compositores barrocos napolitanos, agrupados bajo el título de Ángeles y demonios que recuerda la definición de Nápoles como "paraíso habitado por demonios" y también -más recientemente- la exitosa novela, llevada al cine, de Dan Brown.

El espectáculo, integrado por piezas diversas de diferentes autores napolitanos, es realmente encantador por su rica y variada inspiración, con predominio del carácter cómico y bufonesco. El público disfrutó enormemente y premió con grandes aplausos tanto la extraordinaria calidad de las base instrumental (con un concertino de lujo, Alessandro Ciccolini), como la sensacional actuación de la soprano Valentina Varriate y del tenor Giuseppe de Vittorio; uno y otro, cantantes-actores de primer nivel, con destacada actuación a dúo en el internmezzo de Petrini, Graziello e Nella, y en el magnífico fandango, Tempestad grande amigo, de la zarzuela Vendado es amor, no es ciego, de nuestro José de Nebra, que se ofreció, cantado en lengua española, como bis, junto con una ornamentada y difícil aria de Leo Vinci, para soprano que renovó el entusiasmo.