Luis Piedrahita vuelve a la ciudad que lo vio nacer y crecer para presentar un espectáculo en el que hace hincapié en la letra pequeña de las cosas. El castellano es un idioma loable lo hable quien lo hable es su quinto libro y también el título bajo el que se van colgando los carteles de no hay billetes allí por donde pasa. Inmerso en una minigira por Galicia, esta noche ofrece en el teatro Colón una doble sesión, a las 20.00 y a las 22.30 horas, con entradas que oscilan entre los 15 y los 19 euros. Una selección con los mejores gazapos que el humorista encontró entre las instrucciones y recomendaciones de miles de objetos.

-Ha tenido que pasar muchas horas para recoger todos estos errores en un solo libro.

-Este libro es el que más me ha costado escribir de todos los que he hecho, que ya son varios. Habré tardado unos seis años en hacerlo, entre la recopilación y selección de todo el material. Mi casa parece un trastero, hay más de mil objetos, pero en el libro se recogen los cien mejores. Sin embargo, lo más difícil es saber qué hago yo cuando te encuentras con lo siguiente: una caja de bombones en cuyos ingredientes dice 'puede contener restos de tuercas' o el catálogo de muebles que pone 'recibidor de madera con cojones de bambú', en vez de con cajones. Y qué decir de ese menú de restaurante chino que dice 'bolitas de pollas fritas'.

-Y una vez seleccionado, había que depurar todo eso.

-Claro, lo difícil era saber cómo sigo yo. Para escribir un monólogo, ¿qué chiste puedo hacer después de eso? Es complicadísimo. Tienes que hacer un chiste que mejore o, por lo menos, iguale lo que está ahí en realidad. Por eso fue tan difícil hacerlo, aunque creo que los monólogos superan o, como mínimo, igualan todas esas letras pequeñas. ¡Es dificilísimo! ¿Cómo mejoras un recibidor de madera con cojones de bambú?

-Salsa barbacoa con aroma de fumado, un sumidero sinfónico o ensaimadas que contienen caca. ¿Con cuál de ellos decidió que no podía ser en serio?

-Cuando vi lo de los bombones con restos de tuercas ya me dije que era imposible. Esto no puede ser verdad, lo han hecho a propósito. Lo mismo me sucedió con una cuna, que en sus instrucciones recomienda atar un colegio de abogados a la cama. Esos dos me parecían increíbles, eran demasiado graciosos. Luego lo investigué y descubrí que eran errores de traducción. Porque traces of nuts, se traduce por frutos secos, pero también lo hace por tuercas. Ahí el traductor digamos que eligió la polisemia equivocada y lo tradujo como 'puede contener restos de tuerca'. Me di cuenta de ello cuando vi que se repetían, y me encontré hasta con tres cajas de bombones o dulces en los que se advertía de las tuercas.

-Siendo coruñés y conociendo la variante popularmente conocida como koruño, ¿aún mantiene que el castellano es un idioma loable lo hable quien lo hable?

-¡Sí, hombre! El castellano es un idioma loable siempre, igual que todos los idiomas. El castellano no es el fin, es el medio con el que uno se expresa. Luego está ver para qué lo usa cada uno. Ahí ya podemos decir si una persona es loable o merece ser encarcelada (se ríe). Al igual que el gallego, el catalán, el euskera, el valenciano o el bable, todos son loables.

-¿Por qué siempre ha tenido el interés de convertirse en el rey de las cosas pequeñas?

-Porque es un punto de vista perfecto para hacer el tipo de humor que a mí más me gusta. Ese humor ingenuo, casi naíf y surrealista. Hablar de las cosas pequeñas es una excusa perfecta para hacer ese tipo de humor blanco e inocente.

-¿Cómo ha logrado que el lutier Marcos Mundstock participase en el prólogo de su libro?

-Mi relación con Mundstock viene a través de un amigo común que tenemos, Alejandro Donina, que es un comunicador, presentador de radio, cantante y muy buen escritor argentino. Tiene muchísima relación con Les Luthiers y con Marcos. El propio Alejandro hizo el prólogo de mi libro anterior -¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre encima de los charcos?- y le dije: 'Oye, Alejandro, ¿podríamos hacer que Marcos hiciera el prólogo de este?'. Y por supuesto, me lo presentó y es un tío encantador. Te lo quieres llevar a casa desde el minuto uno. Es una persona maravillosa. Hizo un prólogo que me parece divertidísimo, no está hecho en dos patadas, es un prólogo de pata negra. Al igual que el que hizo Alejandro. La verdad es que podría presumir bastante de prólogos ahora que lo pienso. El primero lo hizo Pablo Motos y lo presentó José Saramago, el segundo prólogo lo hizo Juan José Millás y el tercero Forges. Ya no sé quién puede hacer el siguiente (se ríe).

-Mundstock se lanza a definirlo como palabrósofo.

-Palabrósofo, palabrópata, palabrófago, palabroairóbico? Está muy bien, es un prólogo muy divertido.

-¿Ha podido conocer ya a Johan Sebastian Mastropiero?

-¡Sí, sí! Johan Sebastian Mastropiero es Mundstock. Él fue quien lo creó, lo utilizaba en algunas conferencias que hacía cuando era más joven, aunque acostumbraba a darle otro nombre. Es un personaje que le funcionaba muy bien, y cuando hicieron Les Luthiers lo adaptaron. Les fue genial con él y lo adoptaron para siempre.