Va camino de convertirse en un clásico, en una de esas citas a las que cuesta ya no asistir porque, de faltar, las fiestas se quedan un poco cojas tanto para pequeños como para los mayores, porque los barcos en miniatura son cosa de todos. La Asociación de Modelistas Navais de Galicia (Amonaga) celebró ayer su quinto encuentro en el estanque del Obelisco Millenium. En sus aguas navegaron ayer barcos de pesca, yates, embarcaciones del ejército y hasta alguna que otra nave rescatada de siglos atrás, de estas de madera que se mueven propulsadas por unas ruedas enormes.

No llevan tripulación y sus capitanes no se mojan los pies para guiarlos por las aguas de un estanque que podría convertirse, con solo un poco de voluntad y de imaginación, en los mares del norte, donde los icebergs son tan comunes como el frío o en las cálidas aguas del sur, en las que la amenaza de ver aparecer una aleta de tiburón está siempre ahí. En este caso, los capitanes tienen que viajar a bordo de sus pensamientos, porque los barcos que participan en este encuentro funcionan por radiocontrol, así que los peligros, aunque emocionantes, no son reales.

Para celebrar que los barcos llevan ya un lustro surcando las aguas del estanque Millenium, los organizadores de la actividad realizaron una exposición de sus navíos, algunos tan trabajados y detallados que hasta tienen tripulación, inanimada, sí, pero una tripulación al fin y al cabo.