Es biólogo, que no zoólogo. De hecho es bioquímico, pero el animal es una obsesión que persigue su obra. "El animal está en todo el arte, desde la zoología fantástica de Borges al Rinoceronte de Durero", apunta al tiempo que recita un poema sobre Abada, la joya de la serie Seda de caballo que expone en la Tabacalera de Madrid. Al MAC llegó con Mitologías para volver a mostrar su arte en A Coruña veinticinco años después y para presumir de compartir espacio con el alemán Anselm Kiefer. "Aunque solo sea por un mes", sonríe el coruñés residente en Bergondo. Uno de sus últimos trabajos pasará a la historia, no colgado en las paredes de una sala, sino como la primera portada de la revista Luzes.

-Para el número cero, un prototipo, tenía a una mujer desnuda de cuello para abajo y una máquina de coser en la cabeza. Una tía muy moderna, pero con una máquina de escribir que levita sobre la cabeza. Un objeto que es melancólico por vincularte con el pasado de tu pasado. A Manolo Rivas le gustaba mucho una serie que había hecho sobre mujeres y me pidió una foto, porque en las páginas centrales contaba con un dossier sobre Inditex titulado Así se teceu o imperio. Una foto hecha con cámara 9x12...

-¿Sigue trabajando en formato analógico?

-Uso el digital para hacer apuntes. El digital no te da nada bueno, al menos a un nivel determinado. No dan los planos ni la profundidad de la emulsión de plata. Es otra configuración.

-¿Los que aún trabajan así están en peligro de extinción?

-No, aquí da la impresión que sí. Tengo mucha relación en Estados Unidos y Alemania, y allí sigue todo igual. Lo que pasa es que el fragmento de consumo queda en un 25% que es inamovible. La gente que empieza a estudiar en Historia del Arte y se mete en fotografía empieza en digital, pero en cuanto entra alterna a los dos. Un documentalista debe ir con digital, porque debe dar la noticia ad hoc. Pero a nivel de fotografía plástica, no interesa la rapidez para nada. Es igual que con el vinilo, quedaron obsoletos.

-Adquirió una perspectiva puramente artística.

-Sí, elitista. De alguna manera, la gente que reflexiona sobre la teoría de la imagen habla de postfotografía. Hay un espacio en el que el artista es un operador que no maneja solo la fotografía, sino que presenta un discurso visual en el que puede incorporarse el vídeo, la instalación, la escultura y, en última instancia, la poesía.

-Elementos que utiliza en la muestra Mitologías, del MAC.

-El vídeo entra en relación con los bodegones de la serie Instante Amarilla, que son sobre la vela. Todo se construye sobre la vela, que es la metáfora de la vida. Es un tallo de luz que se va consumiendo lentamente y refleja la propia existencia. Al final del vídeo recito el poema Desaparición.

-¿Por qué está siempre presente ese interés por el paso del tiempo en su obra?

-La fotografía es el territorio del concepto, pero más allá de eso es luz y tiempo. Lo que marca cualquier obra de arte es la luz. Siempre he trabajado sobre esos dos ejes fundamentales. La luz de la llama, auroral, crepuscular o las tinieblas. La vela es un elemento clave en las Vanitas clásicas. A mí me influenció Georges de La Tour u otros pintores que trabajaron con velas. No había visto a nadie que trabajase con velas en la fotografía.

-¿Se enfrenta a la poesía igual que a la fotografía?

-Mi trabajo es traducir conceptos en imágenes. Los conceptos vienen de la filosofía y la poesía. Fotografía y poesía es la misma cosa: el vuelo de lo imaginario, el territorio de lo impalpable. El vuelo del pájaro, que dice San Juan de la Cruz. Dentro de los animales siempre me interesé en el mundo de las aves. Está en la tradición de toda la poesía.

-¿La Bienal de 2012 supuso un cambio en su método de trabajo?

-Significa enfrentarte a un ámbito internacional, por donde pasa un millón de personas. Mi obra entró en circuitos diferentes a partir de ahí. A raíz de eso, mi vida cambió algo por darme un status diferente. Pero el resto sigue igual, mi vanidad no fue mayor. La Bienal es la vanidad absoluta, el espectáculo por naturaleza, el glamour y los grandes gurús y comisarios del arte. No puedes ir como un ermitaño, los artistas se acabaron en el sentido de que estén en contacto con la naturaleza o la materia. Hoy trabajan en captar ideas de otros o tendencias. Yo pertenezco a la casta de los artistas que más admiré del siglo XX, como Giacometti o Bacon.