Xoel López regresa a su casa el próximo sábado en el Palacio de la Ópera. Abandonó las orillas de San Amaro hace algunos años para crecer personal y musicalmente, acumulando miles de kilómetros que simbolizó en el videoclip de Tierra, donde une A Coruña, Buenos Aires y Madrid a pie. "El vínculo con A Coruña es eterno, cualquier coruñés que se criara allí lo puede entender. Pero en mi caso es especialmente intenso", dice Xoel horas antes de su concierto en la abarrotada sala madrileña de El Sol.

-¿Por qué el disco Atlántico sigue tan de actualidad año y medio después de su publicación?

-Sabía que iba a necesitar tiempo y reposo para ir entrando. Llevaba muchos años fuera sin sacar disco y este era el primero con mi nombre. Era como un regreso. Además es una propuesta diferente, en la que algunos se engancharon al principio y otros fueron poco a poco. Los hay que ni tenían referencias del pasado, y es muy bonito ver cómo el disco encontró su propio camino. Me encanta pensar que Atlántico tiene su propio público.

-Un buen café que saborear poco a poco.

-Quedaría muy mal que yo lo dijese (se ríe). Tardé mucho en componerlo y, siguiendo con la metáfora gastronómica, lo hice con mucho fuego lento, con experiencias y viajes. Hay gente que dice redescubrir el disco de repente, viendo cosas que antes no veía. En la canción popular, que es a lo que me dedico, busco eso como melómano. Imagino que la gente que escucha mis canciones también se identifica y las hace suyas. No suelo pensar en lo que me dice el artista cuando me gusta una canción, sino en lo que me siento identificado.

-¿El espectador es parte de la creación musical?

-Creo que cuando uno hace una canción la hace para la gente, para comunicarte. Lo haces para ti pero también sabiendo que hay un receptor. Si estuviese solo en una isla no haría canciones, supongo que no tendría sentido. La música en vivo es preciosa, porque la comunión es total. Hay mucha gente con la que te has comunicado en algún momento sin saberlo, escuchando el disco por ejemplo. Cuando toda esa gente se junta hay una energía especial.

-¿Sigue llenando la maleta vacía con la que marchó a América?

-Y se podría decir que volví con exceso de equipaje (risas). La experiencia fue brutal, aparte de todo lo que descubrí, pude reflexionar sobre todas las cosas, tanto de mi vida como de mi música. Supuso un cambio en muchos sentidos, que quiero pensar que para bien.

-¿Aún se siente como el hombre de ninguna parte?

-Compuse esa canción al poco de llegar a Buenos Aires, en un momento de desorientación. Me sentía un poco despistado: estaba en otro continente sin saber muy bien qué iba a hacer de mi vida ni cuánto pasaría allí. Con el tiempo parece que se convirtió en una declaración de intenciones, de hombre de mundo. Sinceramente, también me identifico con esa idea. No me veo de ninguna parte, sino ya de todas.

-¿Cada una de esas partes sirvió de inspiración?

-Cuando uno se va de su casa y abandona su día a día yendo a cualquier lugar, desde México a Camerún, verá otras casas, formas de vestir, climas y sonidos. Todo eso influye sí o sí. Uno se siente diferente, un poco más libre porque tu entorno ya no te conoce. Da una nueva perspectiva de mundo. Esto también se puede encontrar a pequeña escala, con momentos de desconexión con uno mismo en entornos naturales. A veces la vida va demasiado rápido y es difícil pararse y pensar.

-¿En El Asaltante de Estaciones también necesitó ese tiempo para echar la vista atrás?

-Fue mucho más simple en este caso. Hace cosa de un año, Alejandro Díez -ex de Cooper- me propuso hacer este libro junto a otros artistas, convenciéndome de que era un libro que ya estaba escrito aunque no lo supiera. Hay un trabajo de investigación sobre uno mismo importante, así que creo que fue una vuelta de tuerca. Hacer el libro me permitió elaborar un replanteamiento de mi carrera. No es que sea una biografía porque son textos sobre mí, pero da una idea de lo que hice hasta ahora.

-¿Valió para enfrentarse al futuro de otra forma?

-(Se lo piensa) Me sentí muy cómodo con las cosas del pasado, que no siempre es fácil. No tengo ningún conflicto con lo que hice con veinte años y es algo bonito, de lo que puedo estar orgulloso. Estuvo bien para ver el camino andado, pero solo pienso en caminar hacia adelante.

-Por delante no solo tiene el volver a casa, sino que lo hace en el Palacio de la Ópera.

-Qué puedo decir... Es el concierto estelar de la gira. Siempre pienso en el concierto de A Coruña y en cómo va a ser. David Quinzán estará como telonero, a quien tuve el placer de producir su disco El vino de las despedidas. El repertorio se basará en Atlántico, pero vamos a aprovechar el lugar para hacer un repaso general. Sonarán canciones de Deluxe, de Lovely Luna e incluso alguna nueva.

-¿Un adelanto del disco que saldrá a finales de año?

-Sí, aunque estoy en medio de arreglos y no sé si podrán hacerse ya en directo. Tengo un par de canciones muy coruñesas, por cierto. Una se llamará San Amaro y otra que compuse en Buenos Aires pero es algo que todo coruñés sentirá, que es sobre San Juan. Una historia de amor en el contexto de las hogueras.