No diré que esta Butterfly haya alcanzado el nivel de la excelencia; pero su representación por una compañía ucraniana en gira ha superado con mucho el de la simple dignidad. ¡Qué hambre de ópera hay en esta ciudad! El Teatro Colón estaba prácticamente lleno y la gente aplaudió al final con verdadero entusiasmo. Decorado único, sencillo, pero de notable buen gusto; precioso vestuario; luces muy correctas; movimiento escénico acertado. Coro integrado por unas 28 personas, discreto; las voces femeninas eslavas tremolan en exceso y la afinación se resiente. Orquesta de 35 profesores; los arcos y las maderas mejor que los metales, que a veces sonaron desmedidos y estridentes. El director condujo a buen puerto la representación de un modo bastante correcto; tal vez debería haber moderado más la sección de viento-metal, un poco asilvestrada, e integrarla mejor dentro del conjunto. La soprano dramática coreana, Luna Seungeun, fue aclamada al final de su actuación: defendió el rol protagonista con intensidad, sentido trágico y agudos muy brillantes que le conquistaron el favor del público.

Dicho esto, tiene dos inconvenientes: uno, que su presencia escénica es la de una mujer más bien madura y no la de una niña de quince años; y otra que su voz, de escuela eslava, tiene un acentuado trémolo del que sólo se libra el registro agudo; sus mejores momentos, la conocida aria, Un bel di vedremo, y la escena final. Soberbio el tenor peruano, Veramendi: su timbre de lírico spinto posee bellas calidades, frasea muy bien y el registro agudo es impresionante; también fue aclamado, con toda justicia. La mezzosoprano que hizo de Suzuki, espléndida; parece evidente que ha educado la voz en la escuela de canto italiana, carece de trémolo, la cuerda está bien igualada y el registro grave es muy poderoso; además, hace muy bien el personaje. El cónsul, Sharpless, es un barítono de voz estimable, aunque un poco desigual.

Otro magnífico actor y cantante, el tenor que hizo el personaje de Goro, tiene cualidades sobradas para mayores desempeños. El niño coruñés, Samuel Iglesias fue el hijo de Cio-Cio-San.