Se acabó la feria medieval y los organizadores aseguran que el balance es positivo y que, al igual que en ediciones anteriores, pasaron por las calles de la Ciudad Vieja unas 200.000 personas. "El objetivo se cumplió, conseguimos dinamizar el barrio y la gente creo que ha vendido bien, dentro de las posibilidades de la crisis", explicó ayer el presidente de la asociación de comerciantes, Adolfo López.

"La hostelería estuvo llena todo el día e, incluso, hubo contratación de personal para estos días; en locales en los que trabajan tres personas durante todo el año, en la feria tenían seis o siete", comentó López, que niega que, a diferencia de lo que dicen las asociaciones ecologistas, los animales estuvieran en malas condiciones. "No tuvimos problemas, están todos cuidados al 100% y los niños disfrutaron mucho con ellos", sentenció.

Los comerciantes trabajan ahora en la organización de la feria de la cerveza artesanal y aseguran que les gustaría hacer un par de iniciativas más a lo largo de todo el año para dinamizar el comercio. "Esta es la zona que peor pasa el invierno de toda la ciudad, porque si el comercio es duro en A Coruña, con tanta lluvia, más lo es en la Ciudad Vieja", comentó ayer Adolfo López.

Son la economía y la meteorología las que se ponen en contra de los comerciantes, según explica el presidente de la asociación, ya que durante el invierno es necesario contratar carpas para que los visitantes se puedan resguardar.

Durante esta jornada, por megafonía, sonó un mensaje que alertaba a los asistentes de que se estaba realizando una encuesta y que nada tenía que ver con la organización de la feria. La asociación de comerciantes supone que habrá sido una empresa que organiza ferias medievales en otras ciudades y que querría conocer las impresiones de los que visitaron la de A Coruña.

Este año, como tantos otros, la organización recibió críticas de los vecinos por la ocupación de las calles de la Ciudad Vieja a las que el presidente de los comerciantes responde con un: "hemos intentado paliar los problemas al máximo".

Las quejas de los usuarios fueron más allá y alcanzaron a los precios de los puestos de hostelería de la feria. Algunos visitantes denunciaron que las cartas no estaban a la vista y que se aplicaron tarifas abusivas por algunas de las comandas. Adolfo López asegura que la normativa se cumplió en todo momento pero que tendrán que ser los clientes los que pregunten los precios si no están visibles.