Semana de estreno en el Palacio de la Ópera. En las butacas, los amantes de la ópera. En las partituras, La Traviata. Y como responsable musical, el valenciano Ramón Tebar. Verdi vuelve a A Coruña durante los días 4 y 6 de septiembre, dentro de la programación de la temporada lírica y del decano de los festivales españoles de ópera.

-¿Cómo empezó su pasión por la ópera?

-Primero por la música en general, la ópera en concreto vino más tarde. Realmente no sabría decir la edad exacta, porque desde muy pequeño he estado muy vinculado a la música. Mis padres me han apoyado siempre y fueron ellos los que me inculcaron este amor por la música. En cuanto me crucé con los primeros cantantes ahí vino el primer contacto con el mundo de la ópera. Todo sucedió de una forma muy natural, nunca me hubiese imaginado estar dirigiendo.

-¿Siempre supo que quería dedicarse a esto?

-Yo iba a ser músico, eso lo tenía muy claro. Siempre ha sido algo muy vocacional. No es algo normal, en mi casa no hay ningún músico, normalmente cuando los padres son músicos hay mas tradición. Pero, de todas formas, mis padres siempre han estado al pie del cañón. Un día me encontré ensayando para una ópera y el director se encontró indispuesto así que me ofrecí para sustituirlo y ahí comenzó todo. Ha sido la forza del destino, como la ópera de Verdi, lo que me ha llevado a donde estoy hoy en día.

-¿Qué figuras han influido en su desarrollo?

-Una persona decisiva fue, sin duda, Montserrat Caballé. Cuando uno se encuentra en esa etapa de transición necesita reafirmarse y, con una figura como Montserrat Caballé supe que había escogido el camino correcto. Fue de las primeras personas, con tanta importancia, que me dijo que valía para la música.

-¿Qué momento recuerda con más cariño dentro de su trayectoria?

-Me gusta pensar que el mejor momento está aún por llegar. He tenido muchos buenos momentos. Un recuerdo muy bonito fue haber podido dirigir a Plácido Domingo. Conservo muy pocos malos, todos los transformo en experiencias positivas que me han servido para crecer de una manera u otra.

-¿Qué le puede aportar un director diferente a La Traviata

-Todo depende de la personalidad de cada intérprete. Un director es como unas gafas, todo depende de cómo se mire la obra. Mi idea de La Traviata es siempre tratando de respetar al máximo lo que Verdi escribió. Siempre intento ir más allá, buscar el porqué Verdi escribió esto, intentar ser fiel a lo que dice el compositor pero con mi propia interpretación. Los tempos, el fraseo, los colores, todo depende de las experiencia vividas de cada uno. La música no está en las partituras, eso es un simple guión; la música está en lo que transmite. Eso es lo que hace que se le pongan los pelos de punta al público.

-¿Qué espera de las actuaciones en A Coruña?

-Que sea un éxito, eso depende de que esté bien cantada y bien interpretada por la orquesta. La música, la ventaja que tiene es que está en una continua elaboración. Es como estar haciendo un David de Miguel Ángel todos los días. Eso es suficiente para sentirse realizado. Además, la ciudad tiene una gran responsabilidad de apoyar esta nueva temporada lírica. En muchos lugares están recortando cada vez más estas actividades mientras que en esta ciudad está en aumento. Es un síntoma de que algo bueno está pasando y que esto no se muere.

-¿Cómo fueron sus experiencias anteriores en la ciudad?

-El público coruñés es muy cálido. La primera vez que vine fue por una sustitución y me sorprendió su gran acogida. No todos los públicos son así, no quiere decir que sean más o menos entendidos, pero no todos son capaces de expresar sus emociones como los coruñeses. Es algo necesario porque si no hay un feedback entre el público y el director, la energía no fluye.

-¿El público es siempre suficientemente preparado?

-Para la emoción no hace falta prepararse, es como cuando vas al cine, uno no necesita ser especialista. Obviamente cuanto más se sabe, más se puede apreciar y más cosas le emocionan.

-¿Podría decirse que la afición por la música clásica está a la baja?

-Siempre se ha dicho que la música clásica está en decadencia pero yo creo que las grandes obras maestras son inmortales. La música clásica tiene una ventaja con respecto a la música actual y es que ya ha demostrado que sigue ahí a pesar del paso de los siglos. La Traviata es una obra de 1853, me gustaría saber si Pablo Alborán se seguirá cantando de aquí a 200 años. Lo que está a la baja es la educación. Todos hemos estudiado a Goya o a Velázquez, por qué la música no. Yo creo que es por ser un arte intangible, que solo vive en el momento que la escuchas.

-¿Por qué cree que ocurre?

-Hay mucha ignorancia en ese aspecto porque hay miedo, muchos prejuicios. La élite ahora no es la música clásica, ese discurso no sirve. No es un arte elitista, reconozco que es para una élite pero una élite culta. Los temas que trata La Traviata son profundos, actuales y universales, eso da que pensar a la juventud. Nos pasamos media vida haciendo raíces cuadradas en el colegio y no se le dedica ni la mitad de tiempo a la música a pesar de ser el único arte que está siempre presente en nuestras vidas. Todos esos prejuicios, lo único que hacen es cerrar la puerta a la fantasía y al descubrimiento de este nuevo mundo.

-¿Cómo le sienta ser más reconocido fuera que en España?

-Mal, aunque todo es relativo. Muchas veces uno piensa por qué aquí sí me quieren y en España no. Ahora estoy en una situación en la que no me importa tanto. Además, todo se relativiza y España no es que sea el país más importante musicalmente hablando, hay otros países que me gustaría conquistar antes. Por ejemplo, en un futuro me gustaría estar dirigiendo en Asia.