Mañana no habrá saxos en el Filloa. Tampoco estarán las cuerdas de las guitarras ni los teclados del piano, herramientas básicas para entender los más de treinta años del templo del jazz que es el local de la calle Ciega. Cuando Ángeles Dorrio, Betty Queiro, Marga Ramos y Carmen Rey unen sus voces se convierten en Ejazz, un cuarteto que obvia los acompañamientos instrumentales para lucir su talento.

Las cuatro cuentan con una sólida trayectoria musical, compartiendo proyectos como Gospel 3 -en el que están Rey, Dorrio y Ramos- o Sisters in the House, capaz de sumar a más de veinte mujeres sobre el escenario para hacer sonar letras de Michael Jackson o Rosalía de Castro en soul. El propósito de Ejazz es transmitir la misma energía de esos conciertos, solo que a partir de un "experimento" que Carmen Rey decidió abrazar hace algo más de dos años.

"Este grupo es un reto, tratamos de investigar cómo trabajar solo con voces femeninas", apunta la también pianista. Apenas llevan una decena de conciertos hasta ahora debido a lo difícil de compatibilizar horarios, pero el resultado hasta ahora es de lo más satisfactorio. Rey dice estar "encantada" e "ilusionada" con este proyecto, en el que versionan a capella clásicos del jazz y del soul, como I wish, Ain´t no sunshine, Take five o Agua de beber u O Pateado. Este último del gaiteiro Xosé Manuel Budiño, que la artista interpretó junto al compositor en una de sus giras musicales.

Algunas resultan difíciles de entender sin estar acompañadas por un instrumento de viento, como el My favourite things del musical Sonrisas y lágrimas que versionó John Coltrane para hacer de él un tema básico de jazz que también tocaron Tonny Bennett o Rod Stewart en sus respectivos géneros. Pero el público agradece encontrarse con un formato "poco habitual" que, según Rey, requiere mucho esfuerzo.

Horas de ensayos se esconden tras cada recital, en los que es "complicado" actuar debido a la ausencia de referentes instrumentales. Pese a todo, la artista reconoce que "merece la pena" llegado el momento de unir sus voces sobre el escenario. La arriesgada propuesta del cuarteto articula jazz, bossa-nova o funk a partes iguales, aunque es el soul el género que sobresale en cada recital.

La cantante reconoce que a veces se echa en falta un sonido grave dentro de esta atípica formación que solo aúna voces femeninas, por lo que es Dorrio quien debe suplir esa carencia. Es parte del atractivo de este Ejazz, que mañana ofrecerá un concierto enmarcado dentro del ciclo Pequeños Grandes Momentos del Club 1906, con una función doble a las 22.00 y 23.00 horas a cinco euros.