Francesc Capdevila (Barcelona, 1956), conocido como Max, lleva cuarenta y uno de sus cincuenta y ocho años metido en el mundo del cómic. Mañana repasa en A Coruña su trayectoria profesional, en una charla abierta a preguntas del público. A las 18.30 en el Salón de Actos de la UNED.

-¿Qué balance hace de su carrera después de tantos años?

-He ido atravesando y cambiando caminos, aunque sea en zig-zag, y siempre he intentado no repetirme y no estancarme. Le tengo miedo al estancamiento.

-¿Por qué?

-Repetirse en lo mismo es legítimo como opción personal, pero es la muerte del arte. Lo he visto en otros artistas.

-¿Y alguna vez se ha planteado dejar el dibujo?

-Nunca. Es lo que quería ser desde pequeño, y, además, no sé hacer nada más (risas).

-No todo habrá sido fácil.

-Durante una etapa, en los 80, conseguí vivir exclusivamente del cómic, en revistas como El Víbora. Luego, el boom del cómic de los 80 en España murió. Desde entonces mi actividad alimenticia habitual es la de ilustrador y, cuando tengo una buena idea, la plasmo en cómic. Cuando tengo tiempo, claro, a veces tengo que aplazar el proyecto. Ilustrar está mejor pagado que hacer cómic. Pero, en todo caso, las ilustraciones también son arte.

-¿Echa de menos los 80?

-Las revistas eran un medio de vida, y funcionaban como escuelas de aprendizaje en un tiempo en el que no había instituciones que enseñaran a hacer cómic. Aprendías de los compañeros, comparabas tus viñetas con las suyas, y todo eso te impulsaba a mejorar.

-¿No cree que el formato vaya a regresar?

-No, no lo creo. Ni en papel ni en digital. Existen webcómics, incluso revistas digitales, pero no alcanzan la tirada suficiente como para vivir de ello. Además, la web propicia aislamiento.

-¿No como la redacción de una revista?

-La vida natural y real sigue siendo lo mejor para relacionarse. Charlas con los compañeros y bebes con ellos, a veces hasta altas horas de la noche (risas), se te ocurren cosas, haces brainstorming, compartes ideas? Las webs, para mí, no son lo mismo.

-¿Qué siente al releer obras suyas de los 70 u 80?

-Las veo como una etapa, pero no las corrijo ni las cambio cuando se reeditan. Bueno, sí, alguna falta ortográfica.

-¿De dónde llegan las ideas?

-Leo bastante. Realmente me he nutrido, en cuando a temática y visiones del mundo, muchísimo más de la literatura que del cómic. No en cuanto, al lenguaje, que en el mundo del cómic se basa en contar lo máximo posible con la ilustración y utilizar la palabra solo cuando no llega con el dibujo.

-¿Qué autores le han influido más?

-Borges es el que más me ha hecho estallar la cabeza. Pero también Kafka, Robert Graves?

-¿De Graves saca su obsesión con la fantasía?

-La influencia de la mitología y la fantasía es muchísima, sobre todo de la segunda, que es casi toda mi obra. De todas formas, mi fantasía no es escapista: utilizo el imaginario para referirme a la realidad.

-¿Por qué?

-Por dos motivos. El dibujo permite dibujar todo lo que existe y también lo que no existe, y a mí me gusta dibujar mundos imaginarios. Por otra parte, cuando llevas al lector a un mundo exótico cambias el foco de sitio.

-¿En qué sentido?

-En la realidad siempre tenemos una convención social, y cuando desplazas la historia a un lugar inhabitual, pasas lo que siempre está en la luz a la oscuridad y a la vez puedes sacar a la luz cosas que están en el interior del ser humano. Creo que ellas son el origen y raíz de todo.

-¿Qué ha cambiado desde la época más gamberra y underground de undergroundPeter Punk

-Yo sigo igual de cabreado que en aquellos tiempos. Lo que ocurre es que, con la edad, la respuesta es otra, y aprendes a utilizar recursos más irónicos, más sutiles. Así que sigo enfadado, pero dejé de darme cabezazos contra la pared.

-¿Está preparando algo?

-Ahora mismo estoy con un proyecto que es la continuación lógica de Vapor, que no fue mi último cómic pero sí fue último que respondió 100% a una necesidad mía. Quiero que sea una obra muy visual, en la que prescindo de la palabra y también de una narrativa fuerte. Quiero despojarme de todos los artificios del guión.