Tras la desaparición de la veterana compañía teatral Sardiña, en 2008 un grupo de alumnas del instituto Zalaeta decidieron crear Noite Bohemia. "En ese momento", narra el actual director de la compañía, Javier Fernández, "tuvieron que elegir entre hacer un grupo de teatro para jugar, pasárselo bien y hacer una función en fin de año para los padres o profesionalizarse y hacerse actores". Optaron por lo segundo.

Tras siete años sobre los escenarios, varios cambios en la plantilla y algunos ex miembros en diversas escuelas de arte dramático, Noite Bohemia se ha convertido en una compañía de referencia, formada por adolescentes pero que actúa en teatros de toda España. Entre ellos, el Colón, en el que mañana a las 19.00 horas representan una actualización de la tragedia Las Bacantes, de Eurípides, combinando danza e interpretación con elementos visuales. Javier Fernández explica que el sistema de funcionamiento de la Noite Bohemia "es el de una compañía profesional". Las obras se eligen en función de que se puedan vender en los teatros y de los actores que estén disponibles. El grupo está metido en el circuito nacional de teatro clásico del Siglo de Oro, y se financia "con el precio de las entradas, sin ayuda institucional". El dinero da para financiar los trajes, la logística, los decorados y los efectos que se ven en escena, aunque, si se repartieran beneficios, sería "ruinoso". Así que nadie cobra, ni siquiera el director.

Actualmente Noite Bohemia es la única compañía de instituto con planteamiento profesional y "de primer nivel" existente en Galicia, y tiene vocación de ser "semillero" de artistas, pues, "en teatros con 500, 600 o 2.000 espectadores los fogueamos muy rápido". Pero alcanzar esta categoría exige un compromiso importante por parte de los chavales: cuatro horas todos los viernes, cinco o seis todos los sábados, y ensayos todos los días antes de una función, así como irse de viaje en medio del año escolar cuando toca función en Mérida o en Sagunto.

Sin embargo, para los 42 miembros de la compañía (32 de ellos alumnos del Zalaeta), el esfuerzo merece la pena. Así es para Patricia Gago, de quince años, que se enamoró del teatro cuando vio una función y en la primera parte no pudo parar de reír y en la segunda no fue capaz de dejar de llorar. Pese a que se confiesa "muy tímida" y sigue poniéndose nerviosa cuando tiene que leer un texto delante de su clase, ahora se sube al escenario con el traje de vacante sin miedo y prefiere pasar el sábado ensayando en vez de "hacer el vago" en casa. O para Sabela Rodríguez, que a sus trece años siente que al actuar "todo está más controlado" y a la que le resulta "mucho más fácil" aprenderse su papel que los contenidos de sus asignaturas. "Quien está aquí ya sabe lo que hay, y la presión es grande, pero todos tienen cualidades y vienen con ganas de hacer algo grande y con las pilas puestas", considera Fernández.

Además de que los componentes de la compañía tienen que aceptar la disciplina, el instituto "se tiene que esforzar", trasladar fechas de exámenes en las giras, ayudar a los alumnos a compaginar estudios y ensayos y cambiar la consideración del teatro de "entretenimiento" a actividad formativa. Pues actualmente, según piensa el director de Noite Bohemia, esta rama artística está "estigmatizada" a nivel social, y los padres aceptan mejor que su hijo adolescente juegue al fútbol que a representar una tragedia griega ante centenares de personas en un anfiteatro romano.