El colombiano Janer Mena (Barranquilla, 1987), interpreta en la comedia Naranja Azul a un paciente diagnosticado de esquizofrenia que dice ser el hijo de un dictador africano. Su relación con un doctor y su supervisor sirve para explorar la consideración social de la enfermedad mental, la crisis del sistema público de salud y el racismo. La obra se representa este viernes a las 20.30 horas en el Teatro Colón.

-¿Qué le atrajo del proyecto?

-Me introdujo en el proyecto una llamada del traductor y dramaturgo del texto, Bruno Lastra, que se puso en contacto conmigo y me ofreció el papel. Me interesó el proyecto, y el tema me pareció muy interesante, con un contenido social muy profundo.

-¿Le resultó muy difícil plantear un paciente esquizofrénico?

-Plantear un personaje esquizofrénico fue realmente un trabajo bastante difícil, ya que no es un tema que se toque mucho socialmente. Las personas esquizofrénicas son en cierta medida aisladas y para llevar a este personaje investigué muchísimo. Estuve en hospitales psiquiátricos, viendo pacientes, hablando con médicos para que me hablaran del tema, y también me documenté muchísimo por internet. Y tengo que dar las gracias al director, Juanma Gómez, que conectó ese estudio intelectual para entender realmente cómo puede llegar a transmitir lo que siente un esquizofrénico. Me siento muy satisfecho del trabajo y espero que a la gente le guste mucho Christopher, mi personaje.

-Otro de los temas principales de la obra es el racismo. ¿Cómo lo ha vivido?

-Realmente lo he vivido muy de cerca en todos los ámbitos sociales. Es un tema que está muy presente en la sociedad: a la hora de ir a un sitio, querer entrar a una discoteca... O ir caminando por la calle o en bus y que las personas se retiren. Es un tema bastante fuerte que muchas veces no se dice, pero se siente.

-Usted ha vivido en España, en Argentina, en Inglaterra, ha visitado otros países como conductor del programa Finding Expression

-Sí, en algunas sociedades el tema se oculta más, pero, en un ámbito general, es global. Es un tema que se vive, y en Naranja Azul damos conciencia de él. Estos temas ya no deberían tocarse. Estamos en un mundo en el que hay tanta diversidad y tantas personas diferentes que realmente todos somos uno, lo mismo? Hay, realmente, otros temas en el mundo más importantes que el racismo, como la paz o el hambre. Ya deberíamos tratar de pasar del racismo, tratar de vernos como hermanos.

-¿Cuál cree que es el origen del rechazo tanto al esquizofrénico como al de otra raza?

-Yo creo que va muy enlazado al miedo de acercarse, de lo diferente, de probar cosas nuevas, de verlas desde otro punto de vista. Está relacionado con el miedo.

-¿La obra es dura, pesimista, por los temas que trata?

-Bueno, realmente hay que dejar claro que es una comedia, y, aunque dura, puede ser divertida. Los tres personajes luchan por defender sus intereses, quieren ganar. No la veo pesimista.

-Tratan también la seguridad social y la crisis del sistema público de salud.

-Sí, es un tema social que estamos viviendo actualmente en España, que reflejamos en la obra. Tratamos de poner esos temas a la vista. También queremos ayudar un poco a la conciencia. Reírnos pero crear un poco de conciencia acerca de las cosas que están pasando en el mundo.

-La obra original es británica. ¿Cambia mucho en la adaptación?

-La adaptación se acerca muchísmo al original. Hay un cierto gap, pero el trasfondo, lo que quiere decir, está muy bien logrado.

-¿Su temática se aproxima, entonces, a lo universal?

-Sí.