El barítono Borja Quiza gallego interpretó este jueves y repite el sábado a Papageno, un hombre-pájaro que coprotagoniza la ópera de Mozart La Flauta Mágica. A las 20.00 horas en el Palacio de la Ópera.

-¿Es la primera vez que desempeña este papel?

-Es debut en el rol, y además jugando en casa. Soy de un pueblecito de Ortigueira, pero me crié en A Coruña desde los cuatro años.

-¿Y cómo afrontó el alemán?

-Es un idioma que no domino todavía, pero la fonética sí la controlo bastante bien. Y no hay ninguna barrera que no salven un montón de horas de estudio. Así que estudiando mucho.

-El papel tiene algunas intervenciones muy rápidas...

-Sin tener una dificultad vocal muy grande, sí que tiene muchísimo texto en tiempos muy rápidos y es muy difícil dar todas las consonantes en tiempo (ríe). Mi mujer piensa que estoy loco, por estar en casa diciendo el texto como un trabalenguas en bucle durante horas.

-¿Y no es complicado también actuar con el traje de Papageno?

-Lleva una especie de pecho de mirlo con culo respingón. Estoy ensayando desde hace dos semanas con él para habituarme. Papageno hace muchísimas cosas. No para de correr de un lado a otro, cambiar las jaulas, saltar? Es agotador pero muy divertido.

-¿Cuáles son las virtudes de esta versión de la obra?

-Entiendo muy bien el lenguaje del director de escena, Joan Font, y me encantan sus producciones: ese lenguaje casi infantil. La Flauta Mágica es un gran cuento, que te lo cuente gente que tiene un lenguaje infantil tan claro es una manera muy colorista y muy empática de contarla. Tengo una niña de cinco años y sé que le va a encantar.

-¿Cómo se documentó?

-Hago mucho estudio silencioso. No solo se trata de cantar cinco horas al día y molestar a los vecinos, sino de leer sobre el contexto histórico, las críticas, los personajes, leer con profundidad el folleto. Traigo mi visión del personaje de casa, que luego tengo que concordar con el director de escena.

-¿Font le cambió algo?

-Esta producción la hice cuando empezaba a aprender lo que era esto de la ópera, en el año 2001, cuando vino aquí e hice de figurante. Catorce años después, vuelvo a hacerla como Papageno. Lo cual quiere decir que mal del todo no lo he he hecho estos años. Pero ya conocía la producción y sabía por dónde iban los tiros. Estoy muy de acuerdo con el personaje. Hay una contraposición muy clara de Papageno respecto a los demás personajes de la obra. Es el más básico: dormir, comer, beber y a ver si puede encontrar una mujer para el verbo que falta. Por eso, es el personaje más empático con el público, y el único que traspasa la cuarta pared para dirigirse directamente a él.

-Con 16 voces suman 9 cantantes gallegos. ¿Hay cantera?

-La verdad es que sí. Hay que destacar la labor del Festival de Amigos de la Ópera, ahora Temporada Lírica, que me han ido dando oportunidades de hacer papeles. Hay cantera porque se han preocupado de sembrar. Por más que estudies, donde se aprende a cantar es subiendo a un escenario. Y cada vez se hace menos ópera, y hay más gente formada. Muchas veces los teatros pecan de traer a cantantes de fuera cuando no es necesario, es un ahorro económico usar los de casa, y es muy necesario para que la cantera puede formarse.

-Ha hecho ópera, zarzuela, conciertos... ¿Qué le gusta más?

-Yo soy muy ecléctico, y me aburro fácilmente si hago siempre lo mismo. Con lo cual me gusta hacer cosas diferentes siempre. Pero es verdad que habiendo hecho oratorio, canción alemana, concierto con orquesta y demás, donde mejor me lo paso es haciendo teatro lírico. Llámale singslied, llámale zarzuela, llámale ópera. Me parece el género absoluto como fusión de todas las disciplinas.