El periodista y escritor tinerfeño Juan Cruz participa mañana a las 20.00 horas, en un encuentro con los lectores del ciclo A libro abierto en el Museo de Arte Contemporáneo. Hablará de su obra El niño descalzo, en la que rememora su infancia, la de su hija y la de su nieto.

-Dice en el libro que el niño es una metáfora del viento, "que se mueve para darnos aire". ¿Su nieto le ha dado vitalidad?

-Un niño prolonga la alegría. En el caso de un asmático, como yo, la alegría también es respirar. Casi todas las metáforas con las que me identifico tienen que ver con el aire. Vivo en un pueblo al que distingue el viento, El Médano.

-Habla de su abuelo, que también era asmático.

-Y un hombre alegre, con mucha energía. ¡Domaba burros! Un asmático parece que tiene que estar apocado. Y el Che Guevara era asmático y hacía la revolución.

-Desciende de una familia rural y su hija se cría en Inglaterra.

-Canarias tuvo siempre una conexión muy fuerte con Inglaterra. Por Tenerife pasaron Agatha Christie, o Bertrand Russel. Nelson intentó apropiársela. No fue fácil vencerlo, pero tampoco difícil quererlo. Cuando fue herido los tinerfeños lo cuidaron, y él les regaló barriles de cerveza, y nosotros a él quesos. Cuando les pedía dinero a los turistas de pequeño pedía peniques.

-Tender puentes con queso le funcionó en la entrevista que le hizo a J. K. Rowling.

-Sí, le llevé un queso. Me lo aconsejó Graciano García.

-¿Por qué es tan importante hablar de la infancia?

-Nunca he dejado de ser un niño. La niñez es una edad que atraviesa todas las edades, y se reencuentra con nosotros en la tercera edad. Los niños y los viejos tienen puntos en común. Los adultos nos creemos indestructibles, cuando en realidad lloramos como niños o nos sentimos solos como ellos, o necesitamos todo tipo de juguetes.

-¿Llevó la ilusión del niño por descubrir al periodismo?

-Es connatural. Cuando ocurre algo importante o grave, si eres periodista tienes la pulsión de contarlo o ayudar a hacerlo.

-¿Y cómo convive la pulsión con un mundo de inmediatez?

-Muy preocupado. Nos están robando el sosiego para hacer periodismo. La rapidez requiere sosiego, y nos hemos perdido en medio de una batalla por llegar antes. No por mucho madrugar amanece más temprano en periodismo.

-¿Y en el oficio de editor?

-Pues igual. Está también penetrado por la necesidad de vender mucho, cuando lo que hay que hacer es vender bien.

-Y el sector está obsesionado por la muerte del libro.

-La noticia de la muerte del libro no solo es prematura, es mentira. Es una mentira prematura.

-¿Por ignorancia o malicia?

-Hay gente del negocio digital que está tratando de vencer la idea de libro. Decir que ha muerto forma parte de una estrategia comercial.

-¿La literatura ha sido un bastón para usted?

-Es el bastón. La literatura no es solo lo que se escribe o lo que se lee. Los sueños son literatura. Las palabras que decimos a otros para consolarlos o reanimarlos, son literatura. Nosotros somos literatura. La literatura son palabras dichas con un énfasis y ritmo determinado.

-Habla de la poesía en el libro como "rezo laico".

-La poesía va por dentro, no es tanto la que lees sino la que se queda en tu alma. Sí que creo que es un rezo laico. Como la mirada de las personas a las que quieres. Aunque no te digan nada es un rezo laico.

-¿Para sustituir al religioso?

-No creo que sean contradictorios. Soy agnóstico, pero no tengo una idea esquinada de los que creen. No tengo esa fortuna desde jovencito, y me hubiera gustado.

-¿Para protegerse?

-Seguramente.

-¿Se considera usted un escritor melancólico?

-Soy pura melancolía. Se puede mirar para adelante y ser melancólico a la vez. Ser melancólico no es ser regresivo, ni estar fuera de tu actividad. Es un factor de la vida, como ser bajito.

-Escribe sobre un hombre que amenazó a su padre con un cuchillo, en su niñez. ¿Por qué vuelve a ello con 67 años?

-Representa el miedo. La evidencia de que somos violentos, y de que un segundo basta para que el azar rompa a una persona. Si eso hubiera ocurrido, mi vida, la suya, la de mis hermanos, hubiera sido otra. Imagínate lo importante que es ese instante para la vida de tantos. Nunca terminaré de explicarlo.

-¿Cómo exorcizó ese miedo?

-Buf... No he podido escribirlo así hasta ahora mismo. Me ha costado mucho tiempo. Las cosas que son importantes cuesta mucho tiempo decirlas.

-Publicó recientemente Toda la vida preguntando

-Para mí es recuperar en mi memoria lo más importante de mi vida como periodista, que es conversar con otros. Lo que me importa es hablar de las personas. Me gusta conversar, es saludable preguntar.

-¿Qué busca averiguar?

-Rudyard Kipling entrevistó a Mark Twain, y se planteó robarle la pipa. Pensando, como los indios norteamericanos, que así le sustraería el alma, y con ello haría una entrevista más interesante. El alma es lo que uno tiene que sacar de las palabras que le dicen.