Miki Nervio y The Bluesmakers llevan más de dos décadas explorando desde A Coruña los ritmos del blues tradicional. Ahora están madurando un sexto disco, dedicado al bluesman Big Bill Broonzy. Adelantarán algunos de los temas en concierto el sábado a las 22.30 horas, en el Garufa Club.

-¿Hay fecha para el disco?

-No. Hace tiempo que teníamos en mente dedicarle un disco de homenaje a Big Bill Broonzy, uno de los nombres más importantes del blues tradicional y que más nos influyó. Prácticamente se lo debemos.

-¿En el álbum veremos temas propios o serán versiones?

-No, serán todo versiones de su sumamente extensa discografía. Estamos haciendo una peneira y un trabajo, un poco complicado, de transcripción de letras. Las grabaciones tienen a veces un alto nivel de ruido, y el acento de este hombre, bluesman del sur, no es fácil.

-¿No se quedarán en las canciones más populares, entonces?

-Para nada. Es más, estamos mirando temas que no son los más conocidos. Ya habíamos versionado algunos de sus temas en algunos de los discos anteriores y de otros, sumamente conocidos, ya hay versiones abundantes. Estamos intentando escarbar un poco detrás, no irnos a los temas típicos. Con alguna excepción como puede ser el Big Bill Blues.

-Big Bill Broonzy empezó a tocar en un entorno rural, luego pasó a estilos menos tradicionales, finalmente volvió a la raíz...

-Es un personaje curioso. En sus tiempos, algunos de los bluesmen de la época lo criticaron porque decían que hacía un tipo de blues más blanco que negro. Creo que eso es un error gravísimo. Su nivel de composición y su influencia en la época fue importante, pero su forma de hacer blues es distinta a la tradicional que conocemos. Robert Johnson se lleva el mito y es por supuesto muy importante, pero Big Bill me gusta más.

-¿En qué sentido es distinto?

-En la forma de acometer el blues. La de Johnson es la línea que más ha influenciado a Europa. Big Bill siempre estuvo un poco atrás, aunque se conservan de él 200 y pico temas, mientras que de Johnson hay unas cuantas.

-¿Por qué dice que es un error distinguir entre blues para blancos y blues para negros?

-Los que le criticaban, creo, defendían el terreno más sectario: el blues es negro y los blancos no pintan nada. Big Bill quizás tenía una visión más amplia.

-Broonzy tiene una canción de denuncia del racismo, Black, Brown and White

-En principio no, aunque es un tema mítico y muy bonito. Hay que ver los temas que mejor se adaptan a nuestra formación, y este es muy complejo, muy difícil de versionar. Es único, de hecho. No quiero hacer una versión porque sí, sino algo que suene bien con nosotros.

-¿Por qué se ha centrado su grupo en el blues más de raíz?

-Porque es la base. Empezamos a escuchar blues blanco, y eléctrico. A medida que empiezas a profundizar buscas la raíz. Escuchas el blues negro. Vas más atrás, y cuando llegas a donde está la auténtica raíz dices, joder, aquí está todo. Los poros se me abren más cuando escucho blues acústico que eléctrico.

-¿La raíz es más auténtica?

-Autenticidad hay en todas partes. Pero es como la música folclórica, cosa que el blues no deja de ser. Hay menos adornos y estás más desnudo, tiene más autenticidad. Escuchar a un tipo cantando con solo una guitarra, y que con el tono de su voz y sus melodías me haga vibrar, me llena mucho más que una orquesta con diez músicos. Las dos cosas son maravillosas, pero la autenticidad está ahí. Sin rodearse de parafernalia consigue llegarte hasta el fondo. Eso no es fácil.

-Utilizan instrumentos como el kazoo

-Típicos de la primera mitad del siglo pasado. A principios del siglo XX los bluesmen no tenían fácil acceso a los instrumentos y utilizaban lo que tenían a mano.

-¿No es una limitación a la hora de tocar?

-Para nada. Cuando empezamos a usar la tabla éramos una rareza aquí, pero hoy ya la utiliza mucha más gente. Tampoco está tan alejada esa percusión del cajón flamenco o del folclore gallego.

-¿Es como lo de tocar en la calle, que tiene peor acústica pero aporta otras cosas?

-Sí, la calle tiene otro encanto. Estás más libre y homogeneiza. Te ve cualquiera, el de 80 años y el chaval de dos. La mayor parte de la gente que te escucha en la calle no va a una sala, pero ves que pueden entrar en la música que estás haciendo. Es maravilloso verlos vibrar. Y no desecho la calle por tocar en salas, ni viceversa.

-Y a veces ocurren encuentros como el que tuvieron con el saxofonista Lou Marini este verano, cuando vino a tocar con los Blues Brothers.

-Eso es glorioso. Estos detalles son los que realmente te confirman que ha merecido la pena lo que llevas haciendo durante todo este tiempo. Que una estrella como Lou Marini, se acerque, se saque una foto contigo y te diga que le encanta lo que está oyendo, qué maravilla.