Marián Ledesma (Buenos Aires, 1975) canta desde hace más de 20 años, y en los nueve que lleva residiendo en A Coruña ha participado en varios proyectos musicales. Hoy actúa a las 22.00 horas en el Garufa en un concierto de homenaje a la cantante de jazz Billie Holiday, con el pianista Iago Mouriño, el saxofonista Pablo Añón y el bajista Juan Tinaquero. El sábado actúa en Garufa con los Hot Chocolates.
-¿Cómo fueron sus comienzos en la música?
-En una banda de blues. En Argentina me moví en torno al blues y al jazz, aunque experimenté con el funky, con la música disco... Ya en España canté en orquestas, y fue fabuloso, una lección de oficio y humildad. Es un curso intensivo, y me sacó el quiste del elitismo musical.
-¿Y una vez en A Coruña?
-Hice de todo, siempre con el hilo conductor del blues y el jazz. Estoy en dos grupos vocales, Spiritual y The Lollipops. También canto en May-Thai y los Torino Rockets, los Hot Chocolates... Tengo un trío de blues tradicional con los Tinaquero Brothers y también el cuarteto de jazz con el que toco el concierto dedicado a Billie Holiday.
-¿Es la primera vez que hace un recital dedicado a Holiday?
-Sí, solo a Billie Holiday sí. Lo llevo pensando desde hace muchísimos años pero no sabía como abordarlo. Tiene un repertorio muy denso en cuanto a contenido. Pero el primer estándar que aprendí en clases de canto fue Fine and Mellow, una de sus canciones. Tenía 18 años, y de Holiday me llamó la atención la fuerza que tenía, aún con un hilito de voz a veces imperceptible. Fue una lección de humildad. Tú quieres ser la más virtuosa y piensas que cuanto más agudo cantes mejor, y llegas a Holiday, que con un registro súper corto es capaz de contar tantas cosas? Ahí aprendí la importancia del feeling, de sentir lo que uno canta.
-¿Cuál es, entonces, el planteamiento del concierto?
-Contar su vida a través de mi interpretación de sus canciones. Pero no voy a imitarla ni a tratar de cantar como ella. Es imposible, y no sería respetuoso.
-La vida de Holiday tiene muchos episodios oscuros.
-El estereotipo sobre ella es: negra, yonqui, violada, rechazada por sus padres y prostituida. No se puede resumir la vida de una persona en eso. También era una mujer de mucho carácter, y muy cariñosa.
-Durante parte de su carrera se aprovechó comercialmente su figura de mujer maltratada.
-Sí, y eso en la época vendía mucho. Mira Charlie Parker, o Nina Simone. Y ahora daba morbo que Winehouse saliera borracha al escenario. Lamentablemente, antes y ahora eso vende.
-¿Qué temas estructurarán su espectáculo?
-Hay tres canciones fundamentales. Una es Fine and Mellow, con la que empecé a cantar hace 25 años. Otra es Don't Explain. Tiene una melodía de voz bastante monótona pero una carga emotiva muy importante. Una parte dice: "eres mi orgullo y mi dolor". Cuando eres capaz de decir que alguien te alegra igual que te hace daño? La otra es Strange Fruits.
-¿Esa habla de los linchamientos de negros, verdad?
-Sí. La letra dice "los cuerpos colgando de los árboles como frutas extrañas". Siendo mujer y negra era un acto reivindicativo subirse a un escenario. La debilidad de Holiday era un exceso de empatía, de sentimientos. Me siento un poco identificada.
-¿Cómo será el concierto con los Hot Chocolates?
-Tenemos un disco que hemos sacado, Warm Up, y decidimos hacer un concierto a medias con los clásicos nos piden siempre. En esa banda tiro más al dixieland y al swing, más a Nueva Orleans.
-¿Por qué se ha centrado en el jazz y el blues?
-Son mi lugar de pertenencia, donde me encuentro más cómoda y puedo ser yo. Con este tipo de repertorios puedo cerrar los ojos y fluir.