Javier Cansado forma, junto a Carlos Faemino, una de las parejas humorísticas con trayectoria más longeva en los escenarios. Su nuevo espectáculo, ¡Como en casa ni hablar!, llegará al Colón los días 22 y 23 de abril a las 20.30 horas, con el objetivo provocar 23 intervalos de carcajadas en los asistentes, echando mano de su característico estilo surrealista.

-¿Es el título de este espectáculo un guiño nostálgico a sus comienzos en el humor?

-No tanto nostálgico en cuanto a nuestro estilo, ya que hemos sido fieles a él toda la vida. Es nostálgico en cuanto a que echamos de menos la época en la que empezamos, porque éramos unos chavales. Nuestros espectáculos es difícil denominarlos de alguna manera porque nunca hay un leitmotiv concreto que se pueda utilizar para el título, pero esta idea de que el surrealismo es nuestra casa creo que es buena, y como salió de Carlos, me parece brillante además

-En este espectáculo tienen como objetivo hacer reír al público al menos veintitrés veces.

-Esto es una cuestión de estadística pura y dura. Hemos notado que el público en el teatro es mucho más exigente que en el cine o la televisión con respecto al humor. Una película cualquiera que tenga 10 carcajadas ya es cómica. Sin embargo, tú en un espectáculo de hora y media das 10 carcajadas y es un timo, si me apuras. Nosotros pensamos que 23 es el número justo para que la gente vea sus expectativas colmadas con la risa. Nos jactamos de que en nuestro espectáculo, o estamos haciendo un chiste, o preparando el siguiente.

-¿Cuánto hay de preparado y cuánto de improvisado en cada uno de sus shows?

-Nosotros no solemos improvisar nunca, tenemos un guión muy férreo que no respetamos. Cuando trabajábamos en los parques teníamos un espectáculo de veinte minutos y lo hacíamos diez veces seguidas, entonces o improvisabas o te morías de asco. No salíamos específicamente a improvisar, pero sucede que tienes una idea muy clara y sobre eso vas abriendo y cerrando puertas. Aproximadamente un 20% de cada espectáculo cada día es nuevo.

-¿Fue sencillo abrirse camino en plena Movida, dando paso a un humor de influencias anglosajonas en España?

-Nos costó mucho hacernos un sitio, porque en el ambiente de la Movida, el humor no estaba muy bien visto, nos costaba trabajo entrar en sitios; imperaba la música, al contrario que en la actualidad, que impera el humor. Nos costó sobre todo porque nuestra generación se enfrentaba al humor desde otro punto de vista. Lo que abundaba en aquella época era fundamentalmente el chiste y la imitación de famosos, y llegamos unos cuantos a hacer algo distinto.

-Faemino y usted llevan treinta años trabajando juntos. ¿Son un matrimonio bien avenido o han tenido alguna crisis?

-Me apresuro a decir que ya no hay sexo entre nosotros, caminamos de la mano y ya no hay pasión. Somos amigos desde que yo tenía 17 años y Carlos 15, y jamás hemos discutido. Yo llevo una vida más promiscua que Carlos, trabajo en radio, en televisión, escribo, y podría haber motivo para algún tipo de disidencia, y jamás la ha habido. Nuestra relación, más allá de apoyarse en que vemos el humor de una manera muy parecida, se apoya en que somos muy amigos.

-Siempre definen su humor como atemporal. ¿Cómo se consigue esto?

-Nosotros decimos justamente que un espectáculo de los que hacíamos en la calle, tú lo ves ahora y de lo que hablamos se entiende perfectamente en este momento. Nos nutrimos de la vida cotidiana, no exactamente de los acontecimientos coyunturales, sino que intentamos trascender del aquí y el ahora utilizando los recursos del absurdo. De hecho, hicimos un programa en La 2, El orgullo del tercer mundo, que se ha vendido a países como Bélgica, Noruega o Nueva Zelanda, que ya más lejos no se puede ir. Si no haces algo que mínimamente entiendan, para qué te lo van a comprar.

-Dijo que descartaba volver junto a Faemino a televisión, pero se animó a participar en el programa Ilustres Ignorantes.

-Era amigo de Pepe Colubi y Javier Coronas y me animaron a participar en un piloto. Yo al principio era reacio, porque soy un poco refractario de la tele. Hicimos el piloto, y me lo pasé tan bien, que me animé y firmamos tres meses, y al final la cosa se ha complicado y ya vamos por la octava temporada. Simplemente, es que hay buen rollo, en la tele siempre hay una especie de tensión, de velocidad, normalmente la gente cuando acaba de grabar un programa se siente a gusto por haber terminado y, con este programa te sientes a gusto haciendo televisión, que nunca me había pasado. Me dejan improvisar con una pátina intelectual y cultural que me gusta, y luego se graba al lado de mi casa, y para mí eso es la panacea.

-¿Opina que el humor sigue estando considerado como un arte menor?

-Yo creo que el humor es el arte más excelso que hay, el más altruista y el que concita más elementos, es maravilloso. En el mundo anglosajón, los humoristas son casi prescriptores sociales. En nuestro país se le niega un poco, aunque cada vez menos, la parte intelectual y creativa, que está ahí, del nivel que sea. Tú ves un espectáculo de Ignatius o de Miguel Noguera y tienen un nivel intelectual altísimo. Ahora mismo, los humoristas españoles tienen un nivel de preparación impresionante. Estoy feliz porque nuestra generación ha dado paso a esto, que es algo estupendo.

-¿Ha cambiado en algo más el humor en España desde que empezó actuando en El Retiro junto a Faemino hasta ahora?

-Lo que ha cambiado, además de la preparación de los humoristas, es el público, que es maravilloso. Hace años era más difícil, costaba mucho más hacer cosas diferentes en el humor, no admitían la provocación? Recuerdo un chiste muy somero en el que mencionábamos al rey de España y de repente se hacía un silencio. En este momento el público aprecia mucho más el humor y las cosas delicadas.

-El humor a través de las redes sociales, ¿le está comiendo terreno al humor hecho en teatros o en televisión?

-El humor de las redes sociales tiene algo muy positivo, y es que es inmediato, se ha democratizado hasta el máximo nivel, pero a cambio es efímero, no hay tanta trascendencia. Yo creo que no podrá nunca con el espectáculo en vivo, con más enjundia.