La escritora colombiana Laura Restrepo participará esta tarde en la clausura del ciclo La creación literaria y sus autores: Encuentros con escritores, organizado por el Centro de Formación e Recursos da Coruña y celebrado en la sede de la UNED a las 18.15 horas. En la sesión se abordará la trayectoria literaria de la autora y se hablará de su última obra, Pecado.

-Su novela tiene como hilo conductor el cuadro El Jardín de las Delicias, del Bosco. ¿Qué le inspiró a trasladar su esencia al papel?

-Es una de las grandes manifestaciones de la cultura sobre el tema del pecado y del mal. No ofrece certezas, pero da suficientes cantidades de perplejidades como para que anime a seguir escribiendo sobre él. Lo tomé como referencia para un tema tan urgente ahora como es la ética, y como marco para poner en movimiento a mis pecadores.

-Usted propone que sea el lector quien indulte o condene a esos pecadores. ¿Cuál le resulta más fácilmente indultable?

-No lo sé, porque me he abstenido de juzgarlos. Pienso que, si alguna lección le da a uno El Jardín de las Delicias, es que el bien y el mal están revueltos por igual, y en mis pecadores creo que el lector encontrará lo mismo. Está, por ejemplo, una muchacha que descuartiza al novio y que está encerrada en un pabellón de criminales en una cárcel de mujeres y, sin embargo, creo que cuando la gente lo lea, entenderá algo sobre sus razones para hacerlo.

-¿Cuánta ficción y cuánta realidad contiene cada una de las historias y personajes retratados en este libro?

-Yo quise hacer una mezcla entre la ficción y la realidad. Algunas de las historias son recreaciones literarias de entrevistas que hice en algún momento. Por ejemplo, la historia de la descuartizadora es una vieja entrevista que realicé en una cárcel de mujeres.

-La publicación de esta obra coincide con el quinto centenario del fallecimiento del Bosco. ¿Ha sido una especie de homenaje?

-Es un libro que vengo trabajando desde hace mucho tiempo y la de la muerte no era un fecha que yo tuviera muy presente, pero cuando los editores cayeron en la cuenta, consideramos que vendría muy bien publicarlo ahora porque empata con otros homenajes que se le están haciendo al pintor con interpretaciones de su complejísima obra. El tema de la ética tiene una enorme vigencia hoy en día, cuando los valores religiosos sobre el bien y el mal no surten el mismo efecto que antes pero sin embargo no tenemos una ética laica que la reemplace y que nos indique cómo comportarnos con los demás.

-¿Sigue siendo el pecado un arma de control en las sociedades actuales?

-Pienso que lo fue durante siglos y ahora es una palabra caída en desuso, que corresponde más a un bolero que a otra cosa. Sin embargo, creo que sigue teniendo un encanto porque, si bien los pecados se han diluido, queda la angustia, el remordimiento, el no saber cómo comportarse... Pienso que la Iglesia ya no tiene el poder que tenía cuando el Bosco pintó el cuadro, y sin embargo el tema de la ética sigue tan vigente como en aquella época.

-¿Cuál cree que sería el mayor pecado en el que podría incurrir un escritor?

-No escribir al tope de sus propias fuerzas.

-¿Qué debe tener un tema para que decida dar el paso de convertirlo en novela?

-Siempre termino escribiendo temas a los que llevo varios años dándoles vueltas: recogiendo material, leyendo sobre ellos, haciendo reportajes, investigando, tomando notas... Cuando llega el momento de sacar mis viejos cuadernos de apuntes y escojo entre uno u otro, para mí es una decisión fuerte, lo percibo como una especie de monogamia, porque soy lenta para escribir, y son años de compromiso con un tema.

-¿La realidad actual se presta a ser trasladada a la ficción?

-Creo que ha sido así siempre. Y pienso que ahora estamos pasando por un momento en el que los escritores abogan por una libertad con el fin de que no los encasillen. Hay una alegría a la hora de mezclar géneros y estilos, y a la hora de abrirle las puertas a la narración para que no sea encajonada en un molde, sino que pueda gozar de la energía que exige el tema que se va a tratar.