"Mi nombre es Ane Brun y soy de los fiordos noruegos y estoy muy orgullosa de estar aquí con ustedes y con esta maravillosa orquesta", dijo ayer la cantautora y guitarrista Ane Brun, en el inicio de su concierto con la Orquesta Sinfónica de Galicia. Explicó que, la mayoría del repertorio que iban a interpretar había salido de sus manos y sus cuadernos, que eran creaciones suyas, pero que, las que no se había inventado ella tendrían su toque especial, su interpretación. Y, así, Ane Brun cedió su voz y sus manos a la guitarra al aria de la ópera Dido y Eneas, de Henry Purcell, El lamento de Dido, y también al clásico de la canción porteña, Alfonsina y el mar. Brun, intercambiando instrumentos, poniendo acordes en el mástil de sus guitarras españolas, con su vestido rojo y su pelo trenzado, guió ayer a la Sinfónica de Galicia en lo que fue un paseo por su obra, dándole una dimensión diferente a canciones que suele desnudar de ornamentación, como Oh love!, o My lover will go.

La Orquesta Sinfónica de Galicia, bajo la batuta de su director titular, Dima Slobodeniouk, acompañó a Brun por temas como Humming of your songs y Ten seconds, ante una plaza de María Pita con todas las sillas ocupadas y con centenares de personas viendo el concierto de pie, del otro lado de las vallas, y desde las terrazas, con un ojo puesto en el escenario y otro en las pantallas.

No hubo himno del Deportivo en esta ocasión, aunque sí los acordes de Alfonsina y el mar, que fue la canción con la que se despidió Brun de María Pita.