David Monteagudo es el autor de Fin, una novela sobre los misterios que rodean al reencuentro de un grupo de amigos en un refugio de montaña que supuso su debut en el mundo literario y que fue trasladada a la gran pantalla por Jorge Torregrossa. El escritor, natural de Viveiro, está ahora inmerso en la presentación de su última obra, Invasión, sobre la que hablará esta tarde a partir de las 19.00 horas en la librería Berbiriana (Santiago, 7).

-¿Cómo nació Invasión?

-Partió de una imagen chocante que se me ocurrió de golpe: una persona que está en un ambiente agradable en una terraza. De golpe, en ese mundo en el que todo funciona bien, aparecen unos gigantes. En mis libros acaban saliendo las inquietudes, los temores... Cosas que están presentes y que se pueden expresar, o mediante un ensayo muy sesudo o mediante una historia fantástica que se desarrolla en un ambiente muy cotidiano y reconocible, como en este caso.

-¿De qué manera puede el lector conectar con la psicología de García, el protagonista?

-Algunos lectores me han dicho que empatizaron rápidamente con él. Es un personaje gris, sin ningún talento especial, pero parece ser que es fácil que uno se identifique con él. Cualquier persona que en algún momento se haya sentido diferente, pensando con otro punto de vista que no es el de la masa, se identificará con García.

-El protagonista se pregunta si está loco o es que el mundo se ha vuelto loco.

-El libro se mueve en esa ambigüedad calculada de no terminar de aclararlo hasta el último momento. Todo lo que le ocurre a García podría explicarse en clave psicológica. Pero también hay elementos que hacen sospechar que puede haber algo que esté cambiando en el mundo y que la gente lo acepta sin rechistar, en cambio hay un inadaptado que puede ser el más lúcido al no entrar en el pensamiento único.

-Recurre a los clásicos tanto en la lectura como en la creación. ¿Hay alguno imprescindible?

-Aunque uno escriba historias contemporáneas, es importante tener presentes a los grandes de la tradición literaria, como Cervantes o los escritores de la novela realista del XIX. En este libro, además de referencias contemporáneas del cine, la influencia más evidente es la de Kafka, por el tema de la cotidianidad y en el estilo una voz impersonal sin florituras. También hay influencias del Dostoievski de El Doble en la estructura.

-Después de haber sido aficionado a la lectura toda su vida, ¿qué fue lo que le impulsó a comenzar a escribir de forma estable al cumplir los cuarenta años?

-Mi relación con la literatura era íntima, de leer libros en casa. Mi experiencia profesional no tenía nada que ver y mis aficiones, entre las que estaba el atletismo, eran muy dinámicas. Dicen que siempre hay una pérdida que te hace ponerte a escribir y hacía poco que había muerto mi padre, que era un artista frustrado, y tenía una necesidad de recuperar su figura. Además, estaba trabajando en una fábrica con las expectativas de jubilarme currando allí y quería hacer algo importante, creativo. La literatura no tiene límite de edad y yo creía que podía decir algo en este ámbito.

-La obra Fin fue adaptada al cine. ¿Seguirá el libro Invasión el mismo camino?

-Me encantaría, porque son cosas que te dan mucha visibilidad. Se interesó una productora y se lo están mirando, pero son cosas que a veces quedan colgadas. Para que se decidan a comprar derechos tiene que ser una cosa en firme, porque no hay mucho dinero en el mundo del cine español. Creo que sería una película interesante, con las posibilidades que hay de efectos digitales.

-¿Habrá una segunda parte de la novela Fin?

-Es uno de mis retos literarios. Empecé una continuación que titulé Eva, que requiere un replanteamiento. O hay que escribirlo de nuevo, o dejar Fin tal como quedó.

-¿Está centrado en otros trabajos en este momento?

-Estoy trabajando en un libro de relatos, porque siempre los alterno con novelas. La escritura de novela es más constante y los cuentos se pueden alternar con otras cosas. También estoy trabajando en un libro de microrrelatos y tengo el reto de escribir otra novela.