Johnny Cifuentes es la voz y los teclados de Burning, una banda que cumple más de cuarenta años enarbolando el rock'n'roll en escenarios de toda España. El grupo es el plato fuerte de las fiestas del barrio de Novo Mesoiro, donde actuará esta noche a partir de las 23.00 horas.

-¿Qué tienen planeado para su concierto en Novo Mesoiro?

-Novo Mesoiro me da muy buen rollo. La gente está esperando sus fiestas y eso es algo que tenemos muy claro, así que intentaremos hacer un gran show de dos horas de rock'n'roll para que el público se vaya con ese sabor de boca estupendo. El repertorio será un recorrido por los diferentes discos, no faltarán los clásicos, y creo que será una noche inolvidable para nosotros y la gente de Novo Mesoiro.

-Están en plena gira de presentación de su último disco en directo, Vivo y Salvaje. ¿Cómo la está recibiendo el público?

-Es enorme, llevamos alrededor de cuarenta actuaciones y seguiremos ahí. Este álbum es una fiesta de cumpleaños que hicimos en Madrid. Invitamos a amigos que nos acompañasen, como Bunbury, Luz Casal, Josele Santiago... Después de cuarenta años la gente nos tiene mucha admiración y respeto.

-El disco reúne veintisiete canciones. ¿Fue sencillo hacer la criba de los temas?

-Fue muy difícil. Date cuenta de que llevaremos grabadas unas doscientas canciones. De hecho, en los conciertos llevamos montadas muchas canciones y, dependiendo de la noche, tocamos unas u otras. No hay que olvidarse nunca de hacer los clásicos, porque es como si vas a ver a los Rolling y no tocan el Satisfaction o el Jumpin' Jack Flash.

-De ese cuarenta aniversario surgió también un documental sobre la historia del grupo, dirigido por Fernando Colomo. ¿En qué fase se encuentra?

-Desde el año pasado hasta ahora se han estado filmando todo tipo de momentos: en la furgoneta, los hoteles, los ensayos, los conciertos... Son muchísimas horas y el trabajo que le queda a Fernando Colomo ahora es duro, porque tiene que editar todo eso para que dure una hora y media. Pienso que este otoño ya se podrá ver.

-¿Diría que al Burning actual lo han definido más los directos o esas bambalinas que se mostrarán en el documental?

-Hasta que logro que tres acordes y un verso queden bien todo mi cuerpo tiembla, y eso está muy bien, pero el porqué es el escenario, esos cuatro escalones que separan la vida normal de la magia del espectáculo. La forma en la que estés ahí arriba es lo que determina la química con el público.

-¿Es sencillo seguir haciendo rock'n'roll tras cuatro décadas?

-No te creas que es fácil, pero te dejas llevar... Ha habido muchos altibajos, hemos arañado el cielo muchas veces y otras hemos visitado el infierno, siempre hay que pagar alguna factura, y a veces esas facturas son muy gordas, como la pérdida de tus seres queridos. Pero la máquina del rock'n'roll sigue perenne. El futuro es incierto, pero nosotros estamos preparando nuevas canciones para el próximo disco. El pasado es inamovible, y lo que toca es comerse el presente a bocados.

-¿Ve a nuevas generaciones de burnianos en los conciertos?

-Evidentemente, esto no para. Tenemos la suerte de que la gente que nos seguía hace unos años se ha casado, y tienen familia y tienen amigos. Nos vienen a ver a los conciertos generaciones de padres, hijos e incluso nietos. Viene gente de nueva hornada y gente muy aficionada al rock que quiere ver a una banda que de alguna manera abrió una puerta. En los setenta nos tocó empezar a decir las cosas que sentíamos, hablar de la gente de nuestro barrio.

-Después de estos años de trayectoria, ¿sigue aprendiendo?

-Dentro de ti ya tienes ese sello, más que aprender es inventar cómo puedes hacer una gran canción, que es de lo que se trata. Algo que te suena bien no es suficiente, tienes que rascar y llegar al corazón.

-¿Cuáles son los artistas o grupos que le siguen acompañando en su día a día?

-Sigo escuchando mucha música guiri: Dylan, los Stones... Ahora hay una onda muy sureña en la banda, escuchamos mucho a los Black Crowes, a los Allman Brothers... Somos muy eclécticos, ahí está el secreto, en no estancarte siempre en los mismos discos. Ahora mismo, con recursos como Spotify, puedes meterte prácticamente en toda la discografía de todo el mundo.

-¿Considera que el rock'n'roll goza de buena salud en España en la actualidad?

-Creo que sí. El termómetro se puede emplear en Burning, que está a pleno rendimiento, y hay muchísimos compañeros de viaje que lo están haciendo muy bien. No es lo que impera en las listas de éxitos de España, pero sí hay una cara B de todo esto. Escenarios en los que tal vez no tengan tanta promoción las canciones pero que están llenos de gente. Los conciertos están ganando la batalla, aunque los discos estén palmando por la tozudez de las compañías, que no se supieron reciclar con la llegada de internet.

-Afirmó en una ocasión que en sus comienzos, la banda sacaba canciones con las que destacar y captar atención. Ahora que ya tienen estabilidad, ¿qué les mueve a la hora de componer?

-Cada uno tiene una forma de ver la vida. Yo escribo de la manera en la que veo las cosas y en la que me rozan el corazón. El mundo que gira a mi alrededor es el que me da la semilla para hacer una canción. Empiezo siempre con la música y luego tengo un cuaderno en blanco en el que escribo prosa de las sensaciones que estoy teniendo. Al final hay una palabra que te guía. Es artesano, nada de ordenadores.