El tenor tinerfeño Celso Albelo celebrará el décimo aniversario de su debut español en A Coruña con un recital en el que interpretará algunos de los títulos que representó hace una década, como I Puritani o La fille du régiment. Acompañado por el piano de José Francisco Parra, Albelo se subirá al escenario del teatro Rosalía este viernes a las 20.30 horas.

-El viernes llegará a la ciudad para celebrar el aniversario de su debut en España. ¿Qué recuerda de aquel día?

-Sobre todo nervios, vi que finalmente me llegaba una oportunidad y esperaba hacerlo genial, y creo que se nos dio bien. Al día siguiente de ese primer concierto ya me habían ofrecido un título para la siguiente temporada y ahí empezó la relación Albelo-A Coruña.

-Una década y varias giras internacionales después, ¿en qué punto se encuentra?

-He estado en casi todos los teatros del mundo: Venecia, Nueva York, Londres, Viena, Berlín, Munich? Lo más importante es que diez años después sigo ligado al festival y a los Amigos de la Ópera de A Coruña. He madurado un poco, he aprendido muchas cosas, pero lo fundamental es que se sigue manteniendo ese vínculo.

-¿Qué destacaría de todo lo que ha aprendido a lo largo de estos años?

-La experiencia te enseña muchas cosas. El trabajar con maestros como Antonio Pappano o Riccardo Frizza, entre otros, es muy especial, como también lo es conocer diferentes maneras de trabajar en diferentes continentes. Aprendes a hacer muchas cosas e incluso a no volver a hacer lo que está mal.

-En concreto, ¿de qué forma ha seleccionado el repertorio que interpretará en el recital que ofrecerá en el Rosalía?

-Hablando con Cesar Wonenburguer, el director artístico, le propuse reunir en un recital las arias más importantes que he hecho como reconocimiento de estos diez años. Es una locura, pero si hay un público y un festival que la merezcan, son los de A Coruña.

-El cantante Plácido Domingo lo ha calificado como el numero uno de los tenores españoles, un buen aval...

-Estamos hablando de un mito viviente, y que una persona de este calibre cultural me diga eso me llena especialmente de orgullo, pero el movimiento se demuestra andando cada vez que uno se sube al escenario, esto no para, y espero no defraudarlo.

-Pasó de cantar en la tuna universitaria y en pubs a hacerlo en recintos como el Metropolitan o la Scala de Milán. En este giro, ¿influyó más el talento o el trabajo constante?

-El talento te puede ayudar los primeros años, luego lo que queda es estudio, sacrificio y disciplina.

-Ha actuado en todos los continentes. ¿Le ha sorprendido algo al salir de Europa?

-Lo que más me impresionó fue la capacidad que tienen de ver que en las manifestaciones artísticas hay una gran cantidad de horas de estudio y sacrificio, cosa que en Europa muchas veces no se tiene en cuenta.

-En estos años le quedaría alguna obra en el tintero, ¿ hay alguna que le haría especial ilusión poder representar?

-Me quedan muchísimas, siempre lo comento con amigos y familia. Llevo doce años cantando y parece que empecé el otro día. Hay muchas cosas, no solo obras. Lo interesante de esta profesión es que uno se tiene que renovar de forma constante.

-Por su procedencia ha sido comparado en muchas ocasiones con Alfredo Kraus.

-Eso es normal. Él es otro de los grandes mitos de la historia del canto y la música española, es canario como yo y nos acerca el repertorio que hacemos. Siempre me han dicho que soy su sucesor, pero Kraus es Kraus y yo soy yo. A nadie le amarga un dulce, pero no podemos olvidar el personaje que fue y es Alfredo Kraus, y yo soy un cantante que intento hacerlo lo mejor posible.