La soprano guipuzcoana Ainhoa Arteta se subirá esta tarde a las 20.00 horas al escenario del Palacio de la Ópera en el papel de Alice Ford, una de las protagonistas de la ópera Falstaff , de Verdi. Bajo la batuta de Alberto Zedda y acompañada por la Sinfónica de Galicia y el Coro Gaos, Arteta compartirá protagonismo con el bajo-barítono galés Bryn Terfel.

-Llegará al Palacio de la Ópera para representar el rol de Alice en Falstaff por primera vez en España.

-Me hace muchísima ilusión hacerlo en A Coruña, y sobre todo con un Falstaff de la talla de Bryn y con un elenco impresionante, que me hace mucha ilusión que sea mayoritariamente español, de una categoría y una calidad brillantes. Falstaff crea una ambiente de amistad, porque es una ópera coral y divertida, todos nos reímos de todos de alguna manera, es como la vida misma.

-¿Cómo espera que reciba el público la ópera?

-Se va a divertir muchísimo, va a disfrutar horrores porque el reparto es muy sólido. Es un Falstaff que se acerca más a un Wagner. Las voces son grandes, generosas, y la orquesta está maravillosa. La pena es que se hará solo una noche por los recortes. El ensayo general es la víspera del estreno, cuando esto no se hace en ningún lado porque el cantante necesita descansar, pero lo hacemos porque queremos reivindicar que esto no puede perderse.

-Ha representado este papel con éxito en varios países. ¿Se siente a gusto en un rol cómico?

-Me encantan, porque además en mi carrera siempre tengo papeles dramáticos, los personajes tienen dramas personales importantes y terminas agotada física y emocionalmente. Aquí el agotamiento es físico, porque estás brincando todo el rato, pero te vas a casa con una sonrisa pensando que tanto Verdi como el libretista Arrigo Boito eran unos genios.

-En ocasiones ha apuntado que su carrera se basa en la elección del repertorio. ¿Cómo realiza esta selección?

-Normalmente te ofrecen muchos roles pero, aunque la gente piense que se ajustan a tu vocalidad, la voz de cada uno es un ente con vida propia. Una cosa que he aprendido estos años es que al rol que me enfrento, tengo que ir con una cilindrada más de la que el rol necesita, porque cuando sales al escenario, eso te va a dar la seguridad de poder disfrutarlo.

-Ha realizado incursiones en el pop sin dejar atrás la lírica. ¿Qué le aporta este cambio de registros?

-No me considero solo cantante de ópera sino artista, y una artista se puede desarrollar en muchos ámbitos, en este caso fue una decisión personal que tuvo que ver con mi madre. Musicalmente me quedaban pendientes los boleros, que me los enseñó toda la vida. Cuando ella se marchó, pensé que tenía que hacer ese homenaje. No me niego a seguir haciéndolo, siempre que no me reste de lo que hago, que es ópera en un noventa por ciento.

-Lleva más de veinticinco años sobre los escenarios. ¿Qué balance hace de este tiempo?

-Que sigo aquí, que no es poco, porque estas carreras lo importante es que sean de larga duración. Me siento afortunada; hubo un tiempo en el que perdí mi vocalidad y lo pasé muy mal, y al haberla recuperado para que se quede mucho tiempo conmigo, no espero nada más.

-Maria Callas decía: "Una ópera comienza mucho antes de que el telón se levante y termina mucho después de bajarse". ¿Tan fuerte es el vínculo de la ópera con sus intérpretes?

-Totalmente, es una frase magistral. Por eso te decía antes que hacer el ensayo general la víspera normalmente no ocurre porque, cuando tengo que interpretar una obra, mi función empieza el día antes. El instrumento con el que cantas es el mismo con el que hablas, y para que esté fuerte hay que procurar hablar poco el día anterior y el mismo día. También leemos mucha información sobre cuándo se compuso. Todas estas cosas te ayudan a plantear el personaje y a buscarle esa esencia dentro de ti. Terminas la función y desprenderte del rol te cuesta al menos un día; cuando estás metida en una producción así, el personaje está contigo hasta el estreno.

-Estudió en el Actors Studio de Nueva York, donde se imparte el método Stanislavski. ¿Cómo logró nivelar su influencia?

-Una aprende con la edad, pero cuando te metes joven en ello, te metes de lleno y eso puede hacer daño en muchas ocasiones, pero también aprendes. Lo bueno que tiene ese método es que lo entregas todo al meterte en un personaje, pero lo importante es saber despegarte cuanto antes. En eso me han ayudado muchísimo las cervezas, la familia, los amigos y la vida real. Eso sí, no reniego de aquella oportunidad de oro que tuve de estar en el Actors Studio.

-En una entrevista para este periódico, la mezzosoprano Marianne Cornetti afirmó que las nuevas generaciones parecen desatender esa constancia formativa necesaria para los cantantes de ópera. ¿Opina lo mismo que ella?

-Ella y yo somos de la vieja escuela, en la que nunca terminas de aprender. Tu voz posiblemente sabe lo que quiere, pero el que no lo sabes eres tú y a veces la vas a meter en follones de los que no vas a saber salir, y un buen profesor o compañero que sepa lo que te está pasando te puede ayudar mucho.

-Ha actuado en grandes teatros del todo el mundo. ¿Cómo ve la situación de la ópera en España con respecto a otro países?

-En España es una vergüenza lo que está pasando. Lo primordial sería quitar el 21% de IVA; de lo que no hay derecho es de que la pornografía esté pagando el 4% y la cultura pague el 21%. La ley de mecenazgo en este país debería estar abierta ya, que no quiere decir que el Gobierno no controle las cosas, pero semejante patrimonio histórico como el que tiene este país no puede ser solo responsabilidad del Gobierno, sino de todos.