El dramaturgo Gabriel Ochoa es autor y director de la obra teatral Las guerras correctas, una historia dramatizada sobre la entrevista que Iñaki Gabilondo le hizo en el año 1995 en TVE a Felipe González, centrada en los GAL y el Señor X. La pieza llegará el próximo 7 de octubre a las 20.30 horas al teatro Rosalía, escenario en el que repetirá el 8 de octubre en el mismo horario.

-¿De qué forma se fraguó Las guerras correctas?

-La historia ya la conocía desde hace tiempo. Yo normalmente en mi casa con mis padres veía debates televisivos y recuerdo perfectamente ese momento. Mucho tiempo después, dirigí una película en la que estaba Alberto San Juan y le comenté la idea, después le pasé el texto, y me dijo que la querían producir y que querían que la dirigiera yo. Cuando me planteé la historia pensé que me gustaría hablar con la gente que estuvo implicada, y con Iñaki fue relativamente sencillo. Él me lo contó todo y no tuvo ningún problema en relatarme cómo fue la entrevista, su relación con Felipe...

-¿Por qué este título?

-Obviamente ninguna guerra es correcta, se trata de una contradicción. Pero es una reflexión en torno a las varias guerras que existían: la guerra de los GAL, que se intentó justificar cuando no se puede; y hay algo que tiene que ver con la propia entrevista, porque Iñaki Gabilondo siempre dice que no le hizo una entrevista, que le hizo un interrogatorio, fue una especie de guerra correcta; y también había una guerra correcta dentro PSOE en aquel momento, que perdió las elecciones un año después de aquella entrevista.

-Sobre escena también están presentes Rubalcaba, que acudió con González a aquella entrevista, y el entonces director de RTVE, Jordi García-Candau.

-Una de las cosas que me contó Iñaki y me corroboró García-Candau, porque lamentablemente ni Rubalcaba ni González me recibieron, es que ellos llegaron antes de la entrevista y vieron el telediario de las nueve en el despacho de García-Candau prácticamente en silencio. Iñaki me decía que un 80% versaba sobre los GAL y temas colindantes, y fue una media hora muy incómoda para todos ellos. Había más gente en ese momento, pero yo en escena sitúo solo a esos cuatro personajes.

-¿A qué cree que se debe esa reticencia de González y Rubalcaba a recibirle?

-Hay muchos agujeros negros en torno al tema de los GAL, mucha información oculta. Nunca quisieron asumir que los GAL suponían crímenes de Estado y todo lo que ello supone.

-¿Qué les habría preguntado en caso de haber sido atendido?

-Hay una pregunta que Iñaki le intentó hacer a Felipe; él siempre dice que el presidente del Gobierno pudo decir que obviamente él no había sido pero que moralmente se sentía responsable, así que esa sería la pregunta: si él se sentía o no moralmente responsable de lo que había ocurrido con los GAL en toda su extensión.

-Sería complicado recrear una entrevista sin contar con el testimonio de una de las partes...

-Es una pega, pero es una ficción. Hay cosas que son evidentes y objetivas, como es la propia entrevista, porque es algo que está grabado. Además de abordar esa entrevista, la obra aborda otras entrevistas de Iñaki a Felipe que están documentadas en uno de los libros de Iñaki y en los medios de comunicación. Hay partes que dependen de la subjetividad propia del dramaturgo.

-¿Dista mucho el González de aquella entrevista del actual?

-Yo creo que sí, también es verdad que la entrevista se desarrolla en lo que se denomina como el 'final del felipismo'. Un mes después de esa entrevista, en el Debate sobre el Estado de la Nación, él dice unas palabras que están prácticamente iguales en la obra en las que él asume que ha perdido credibilidad como político. Es muy curioso cómo asume que, como político, ha podido defraudar a la gente. El Felipe de ahora ha salido, no sé si a causa de las puertas giratorias o de qué, hacia un sitio que desconocemos y, lamentablemente, creo que a mucha gente que votó y vota al PSOE, les ha defraudado.

-Afirmó en una ocasión que esta obra aborda la relación entre el periodismo y la política. ¿En qué punto cree que se encuentra ahora este vínculo?

-Para la obra hablé con muchos periodistas y en aquel momento había presiones, pero creo que vuestro trabajo es cada vez más complicado. Cuando estábamos haciendo la obra, una periodista me entrevistó y yo le comenté cosas que aparecen en la función, como que Rubalcaba llamó a Iñaki para preguntarle qué le iba preguntar a Felipe, y ella me comentó que había sido bastante educado, porque ahora llaman para chillar e insultar. Creo que tiene que ver con una parte más perniciosa de la política actual, que en aquel momento no estaba, que es el concepto de asesor. No sucede siempre, pero a veces esas ratas de cloaca amargan la vida a los periodistas. Fíjate que en aquel momento iba a la entrevista Rubalcaba, que era portavoz del Gobierno.

-¿Se ha incrementado la teatralidad de las entrevistas y tertulias políticas?

-Totalmente, se ha espectacularizado la política. Cuando la política se convierte en teatro, el teatro tiene que hablar un poco de política. Eso es algo que hacen los ingleses muy bien, y en España ha costado mucho pero ahora se hace más. Las guerras correctas, pese a hablar de un tema serio como son los GAL, tiene una parte de comedia; no se puede contar cómo se fraguó esa entrevista sin hablar de una España berlanguiana.

-¿Por qué es importante abordar este tipo de temas desde el teatro?

-Es una reflexión sobre el pasado que tiene que ver con la actualidad. En la obra hacemos guiños a la actualidad en plan humorístico. Es muy curioso cómo en aquel momento el PSOE decía que había que tener cuidado con el populismo refiriéndose al PP, cuando ahora ese concepto lo relacionan con Podemos.