El interés que el norteamericano Archer Milton Huntington sentía por la cultura española lo llevó a fundar en 1904 la Hispanic Society of America en Nueva York, una institución en forma de museo y biblioteca que serviría para atesorar y difundir la amplia colección de libros y obras de arte que hasta entonces había recopilado. El millonario hispanista, que inició su primer viaje por España pisando A Coruña en 1892, encargó a Joaquín Sorolla pinturas al óleo sobre lienzo para decorar su gran centro cultural. De aquel encargo nació la colección Visión de España, cuyos bocetos exhibe el Museo de Belas Artes en una exposición titulada Sorolla íntimo, abierta hasta el 8 de enero.

La tarea encargada a Sorolla contaba con una dificultad añadida. Y es que otro de los objetivos de los que partía Huntington al crear la institución hispánica era el de cambiar la percepción que en América existía hacia esa cultura hasta ese momento: "La institución se creó en un momento conflictivo en la relación entre Estados Unidos y España, porque la referencia que tenían los americanos de España era la guerra con Cuba y Filipinas. Él trataba de cambiar la visión que la gente tenía de lo español en general", como explica el técnico de difusión del Museo de Bellas Artes, Manuel Mosquera.

El artista realizó, a lo largo de un lustro, una panorámica pictórica de diferentes regiones de España para la que utilizó una serie de bocetos creados in situ previa documentación acerca del lugar, una técnica de trabajo a la que mudó tras la creación de la primera de las obras de la serie, La fiesta del pan, ubicada en Castilla. "Para aquel primer panel se recorrió toda Castilla y tomó apuntes de imágenes que él creía representativas de la tierra y después, en un estudio de Madrid, con todo el trabajo que tenía fue montando el panel", señala Manuel Mosquera.

Si bien el pintor se situaba por entonces ante una España en la que vivía los brotes de una incipiente industrialización, decidió apostar por una cultura popular que comenzaba a disiparse especialmente en territorios como Cataluña o Euskadi.

El Sorolla presente en los bocetos de esta exposición rompe en buena medida su línea artística habitual, no solo en lo heterogéneo de unos elementos paisajísticos que realizan una radiografía de la geografía y las costumbres de la España de comienzos del siglo XX más allá de sus tradicionales estampas mediterráneas, sino también en una técnica plástica más vanguardista que deja patentes las primeras huellas de un movimiento que estaba a punto de romper los moldes a los que el arte estaba sujeto hasta entonces.

Casi tan significativas como los bocetos para Visión de España fueron las cartas que Sorolla enviaba a su esposa diariamente durante su periplo, que reflejaban "una parte íntima pero también un desahogo de sus retos profesionales", una correspondencia que en Galicia, territorio al que viajó con su mujer, quedó en un segundo plano. "Solo existe algún dato de un amigo íntimo que tenía al que le contaba que le costaba enfrentarse a una luz distinta a la que estaba acostumbrado", explica Mosquera.

La serie Visión de España, a pesar de mostrar a un Joaquín Sorolla inédito que se alejaba de las ubicaciones mediterráneas y trabajaba con diferentes tipos de luz y vestimentas, permaneció muchos años de espaldas al público. "Es una obra que durante mucho tiempo no se vio, porque en aquel momento no llegó a presentarse al público en España y después se fue a Nueva York, donde permaneció muchos años instalada con poca repercusión, ya que había que ir a la fundación de para poder verla", apunta Manuel Mosquera. Sorolla íntimo muestra "la cocina del artista, un trabajo previo que se ha restaurado y que es un lujo poder ver, ya que desvela las esencias del pintor".