El programa de este concierto se subtitulaba Sons do Atlántico porque el gran océano se contemplaba como nexo de unión entre compositores de las dos orillas. De estas playas, Haendel, Britten, Groba y Álvarez Cabado; de las otras, las más occidentales, el argentino Ginastera y el brasileiro Aguiar. Este acto musical ha sido especialmente importante. Primero, porque hemos podido escuchar a la magnífica flautista, Gili Schwarzman, que, bien acompañada por la orquesta, interpretó de manera magistral la breve y deliciosa obra de Ginastera y la excelente partitura de Groba; ésta, con el notable tratamiento de los motivos gallegos, que es una de las mejores capacidades del compositor gulansés. Y, en segundo lugar, por descubrirnos a un músico, Luís Álvarez Cabado, que ha conquistado al público con una preciosa obra: Andante impromptu, heredera de una sostenida tradición de tiempos lentos que va desde los maravillosos adagio del Barroco, hasta los de Mahler, Barber e incluso nuestro Montes, con su Negra sombra y Gaos, con su Impresión Nocturna. El joven músico coruñés ha realizado una pieza de rara madurez, dada su juventud, lo que induce a pensar en un compositor de gran talento en un plazo no muy dilatado. Habrá que seguir y apoyar su carrera musical. Dos notables versiones de las partituras de Britten y de Aguiar cerraron un precioso e interesante concierto que la intensa aprobación del público asistente logró ampliar con dos bises.