A los quince años, Luisgé Martín se juró a sí mismo que nunca se sabría quién era. Que jamás se confesaría ante nadie, ni siquiera ante su familia o amigos; y que viviría escondido, fingiendo hasta el final que hacía lo que se suponía que debía hacer: amar a las mujeres. Hoy, la misma persona que se encogía ante el miedo de verse descubierto se prepara para presentar, a las 20.00 horas en la Fundación Luis Seoane, su última novela, El amor del revés, una autobiografía en la que desvela sin tapujos su verdad más temida: la homosexualidad.

"El chico que fui probablemente se quedaría aterrorizado", cuenta Martín, en referencia a aquel muchacho que descubrió, con horror, que estaba enamorado de su compañero de clase. "Le daría un infarto al ver que su juramento no solo no se mantuvo, sino que además escribió un libro contándolo todo y que va por las ciudades anunciándolo", ríe.

Este cambio de perspectiva, sin embargo, no fue fácil. Como él mismo relata en su obra, el camino estuvo lleno de miserias, tanto por parte de los demás como por la suya propia: "Al final la sociedad es la que va a hacer que te odies a ti mismo o que no te odies. En aquel momento negarme a mí mismo era una consecuencia de la negación general", asegura, "la sensación de que la homosexualidad era una maldición hacía que uno acabara creyendo que estaba maldito".

Para lidiar con esa "enfermedad", Martín lo intentó todo. Consultó libros religiosos y científicos, acudió a adivinos para que le echasen las cartas e incluso probó el conductivismo, una corriente psicológica que aseguraba que la homosexualidad podía curarse. Mientras tanto, se creó un disfraz, un traje exageradamente viril, fabricado con el propósito de disipar cualquier duda sobre su orientación. "Hay partes de ese traje que uno no se quita jamás. Por ejemplo los gestos, la forma de hablar? Cosas en las que trabajé mucho", admite. "A lo que uno aspira es a controlar el propio pensamiento, volver a lo primigenio. Decir 'este soy yo', y aceptarlo".

El resultado de esa aceptación es El amor del revés, un libro que "no deja de ser solo amor, amor del derecho". Una obra que , dice, tenía la obligación de escribir: "¿Cómo podía no hacerlo? Yo, siendo escritor, amando la literatura y habiendo vivido algunos episodios que muestran todo el patetismo de la condición humana, la debilidad y la intolerancia de la sociedad?. ¿Por qué iba a inventarme otros mundos cuando tenía esta historia?".