Migas de pan, la coproducción gallego-uruguaya de Manane Rodríguez, llega esta semana a España. Tras triunfar en Uruguay, al que representará en la gala de los Óscar, esta historia sobre la represión sufrida por la protagonista, Liliana Pereira, durante la dictadura de Bordaberry Arocena, se proyectará en nuestras pantallas el día 7, con un preestreno en A Coruña este domingo en el Teatro Colón.

-La película gira en torno a la dictadura de los años 70 en Uruguay. ¿Vivió esa época en primera persona?

-Yo no viví lo que vivieron la protagonista y sus amigas, pero pude haberlo vivido. Estaba en Uruguay en 1975. Los estudiantes estábamos organizados y hacíamos manifestaciones y octavillas, tratando de mantener una voz en la tiniebla en la que se estaba convirtiendo el país. Fuimos reprimidos y muchas de mis amigas fueron presas. Yo tuve la suerte de irme antes de que me pescaran.

-¿Eran conscientes de lo que les podía pasar?

-Sí, eras consciente de lo que te podía pasar. Lo que ocurre es que hasta que te pasa no entiendes la magnitud. Pero se sabía que había torturas, que se detenía a gente y que eran brutales.

-Las dictaduras encarcelan tanto a hombres como a mujeres, pero usted decidió mostrar estas represalias solo a través de los ojos de las segundas. ¿Por qué?

-Desde siempre se ha hablado más de los hombres que las mujeres. Ellas acaban relegadas a un segundo plano, y sin embargo tuvieron que sufrir un doble castigo: el castigo por ser opositoras y el castigo por ser mujeres que no se sometían a lo que se suponía que era el canon que deberían cumplir. Eso hace que sea una película rara de ver para algunos hombres, porque no estamos acostumbrados a mujeres fuertes en el cine.

-Una disyuntiva que plantea es si es mejor remover el pasado de una dictadura para hacer pagar a los responsables o tratar de vivir con ello y seguir adelante.

-Sí. Estas mujeres fueron sistemáticamente violadas como forma de castigo porque querían aniquilarlas. Y cuando salieron no pudieron contarlo porque la sociedad no quería oírlo. Pero una cosa es ser más fuerte que el odio y otra es no querer hacer justicia. Y yo creo que la mayoría de las personas que pasaron por ahí quieren que se haga justicia.

-No es una historia fácil de contar, ¿cómo la afrontó como directora?

-Procuré hacerlo con una pequeña distancia, no hacer sangre ni efectismo sentimental. La película tiene momentos emocionantes, pero no porque se busquen a toda costa, sino porque la vida de estas mujeres los tiene. A veces, incluso el equipo técnico se emocionaba.

-¿Y cuál fue el momento más duro del rodaje?

-Toda la parte de la película que se desarrolla en el cuartel. El decorado era infernal y hacía muchísimo frío. Era invierno y estábamos en un lugar donde había goteras, los actores casi no llevaban ropa y no había manera de calentar aquello porque la nave donde se filmaba era gigantesca. Además, había mucha gente y teníamos que intentar que todos estuvieran en la misma sintonía, pero creo que lo hemos conseguido.

-Migas de pan va a participar en la lucha por los Óscar. ¿Cómo recibió la noticia?

-Con una alegría muy grande. Es un reconocimiento enorme, y una oportunidad para difundir un tema importante.