A veces buscamos fuera lo que tenemos en casa. Por fortuna, ese papanatismo de valorar más lo ajeno que lo propio, va haciéndose menos habitual. El pontevedrés, Javier Viceiro, es un director de sólida formación en los conservatorios superiores de Madrid y de Maastricht; discípulo de Jan Cober y Josep Pons, ha dirigido a orquestas como la Sinfónica de Galicia, la Ciudad de Granada, otras agrupaciones europeas y algunas Bandas, como las de Santiago y La Coruña. Al frente de ésta, realizó el domingo pasado un magnífico concierto que comenzó con dos espléndidas versiones de sendas obras en transcripción: el Capricho, del azerbayjano, Amirov; y el Concierto para trompeta, del arrmenio Arutunián. La primera obra parece bajo la influencia de Borodín; la segunda, once años anterior, posee un lenguaje más avanzado. El trompetista, José Forte (otro valor nuestro, solista en la Orquesta de Sevilla) realizó una lectura impecable de una obra difícil que concluye con una fermata de gran virtuosismo. El plato fuerte también fue de la casa: la Sinfonía nº 2, En las montañas de Galicia, del coruñés, Andrés Gaos, en brillante transcripción de otro paisano, Juan Lois Diéguez, a quien deseo expresar mi más calurosa felicitación. Y, en fin, tocó la celesta de un modo admirable, el betanceiro, Javier Ares. ¿Los tenemos en casa?