El escritor Fernando Ontañón acaba de presentar en la librería Berbiriana su último libro, El orden invisible de las cosas. La obra, que supone el tercer volumen del autor, cuenta la historia de Juan Devesa, un hombre en crisis que, sin previo aviso, se topará con la "segunda vida de los monstruos": la de aquellos miembros de la Brigada Político-Social del franquismo que se integraron en la policía democrática con la transición.

-¿Qué se van a encontrar los lectores en El orden invisible de las cosas?

-Es difícil decirlo sin hacer spoilers [se ríe]. Hay un libro que se llama El bar de las grandes esperanzas, de J. R. Moheringer, que dice que todos los libros que merecen la pena ser leídos van de lo mismo: de emociones y de amor y de muerte y de dolor y de palabras. De alguien que se enfrenta a la vida. Y mi novela va de eso. Va de un personaje, Juan Devesa, en dos momentos de su vida: cuando era un estudiante en los años 90 y en la etapa actual, 20 años después. Y en lo que se centra es en el paso del tiempo, en cómo vamos construyendo nuestra vida, a veces con miedos o dejando a un lado cosas que podrían habernos interesado pero que no hemos tenido el valor de asumir.

-En su novela, trata una realidad histórica: la Brigada Político-Social del franquismo. Supongo que construir a un villano es difícil, y usted hace referencia a varios.

-Aquí tampoco hay villanos. Trato de reflejar emociones humanas, así que nadie es el villano ni el héroe. Lo que intenté fue imaginármelo desde el lado doméstico. Cómo es para uno de los personajes descubrir que su familiar es un policía de la Brigada. Se trata de ver cómo cualquiera, debido a la ley de amnistía que hizo que nadie fuera a la cárcel por crímenes franquistas, puede haber sido un "villano".

-Su libro empieza con unos versos de Ángel González, que dicen: '¿Cómo seré yo cuando no sea yo?'. Veinte años después de su estancia en la universidad, Juan Devesa tampoco es quien había sido. ¿Qué cambio diría que experimentó?

-Juan Devesa se da cuenta de que ha ido tomando malas decisiones. Que ha conseguido estabilidad, pero que eso no es lo que le hace feliz, sino que había otras cosas que no tenían que ver con la estabilidad, y que dejó atrás para evitar complicaciones. Eso es algo que también hemos hecho un poco en España, cuando no hemos querido hablar de la Brigada Político-Social, ni de lo que pasó en el franquismo. Como diciendo: 'Vamos a dejar esta complicación a un lado y a seguir'. La novela se puede entender como un paralelismo entre un país que para seguir adelante prefiere olvidar, y él, que para seguir adelante fue ocultándose a sí mismo.

-Si para seguir adelante no hay que olvidar, ¿qué es lo que hay que hacer?

-Buf. Supongo que lo mejor sería aceptar nuestro pasado y superarlo. Pero claro, eso es muy fácil de decir y muy difícil de hacer.

-Relatos invisibles, El orden invisible de las cosas? La idea de "invisibilidad" es algo ya recurrente en sus títulos, ¿por qué?

-Sí, pero es casualidad [ríe]. Creo que tiene que ver con la literatura, que está relacionada con lo invisible: lo que no vemos es lo que intentas escribir. Para eso sirve la escritura, para hablar de cosas que a veces en la vida no vemos, o dejamos a un lado. Para escribir, uno se fija en lo que está en los márgenes.