El arte no solo puede beneficiar a quien lo presencia. Eso es lo que piensan los componentes de la compañía de teatro aficionado Sal-Monela, que este viernes a las 20.30 horas actúan en el centro Ágora a favor de una causa especial: el derecho de los niños a una vida digna. Para ello, subirán a los escenarios una obra ya clásica, Al final de la cuerda, de Alfonso Paso, y destinarán íntegramente los cinco euros de cada entrada a la Fundación Tierra de Hombres, una asociación centrada en la defensa de los menores en situación de desamparo.

"Este año comentamos en el grupo que sería genial actuar en el Ágora, un sitio muy bonito", explica el director de la Al final de la cuerda, David Gandoy. "Al principio el Ayuntamiento nos dijo que no había fechas libres, pero después surgió una. Y la verdad es que nos dijimos: 'Qué mejor oportunidad, ahora que no contábamos con esta actuación, para dedicar una función a un proyecto tan bonito como el de esta ONG", añade.

El proyecto al que se refiere es el de Viaje hacia la vida, un programa que se presentará en vídeo antes de la representación. El plan, enmarcado en el servicio de asistencia médica que la fundación dispensa a niños y madres africanos, hace posible que menores de Togo, Benin, Mauritania, Senegal, Marruecos y Guinea Conakry viajen a España para recibir atención sanitaria, dentro de un proceso altruista que engloba varios complejos hospitalarios y toda una red de familias de acogida temporal.

"Creo que es un proyecto muy bonito. No hay nada mejor que darle a un niño un viaje a la vida, la posibilidad de tener una existencia lo más digna posible", dice Gandoy. "Es cierto que hay muchas organizaciones de este tipo, pero en ellas sueles perderle la pista al dinero que donas. En Tierra de Hombres, sin embargo, ves hechos palpables. Ves que han traído a una niña de Togo, por ejemplo, que venía con una pierna con la que no podía andar. Y después ves que, meses después, sale del hospital y puede volver a su casa recuperada", cuenta.

A través de su comedia solidaria, Sal-Monela Teatro no solo quiere que los espectadores "se olviden de sus problemas", sino también contribuir a resolver los de todos aquellos niños que enfrentan las carencias de la infraestructura sanitaria de su país. Una solidaridad que, según Gandoy, debería estar más presente en el mundo de las artes. "Nosotros, dentro de nuestra modestia, poco podemos aportar. Pero si las grandes estrellas dedicaran parte de sus actuaciones a estas cosas... imagínatelo. Imagínate lo que se podría conseguir", declara.