El ciclo de Libros en directo organiza para esta tarde, a las 20.00 horas, un encuentro con el escritor Julio Fajardo. El acto, en el centro Ágora, servirá al autor para hablar sobre su última novela, Asamblea ordinaria, una obra que narra las repercusiones de la crisis económica española en tres parejas de personajes: un matrimonio con una hija, un empleado explotado por su jefe, y un joven desempleado obligado por la precariedad a vivir con su tía septuagenaria.

-Asamblea ordinaria trata la repercusión económica de la recesión en la sociedad, ¿por qué decidió escribir sobre una realidad que afecta tan crudamente a los ciudadanos?

-No fue una decisión consciente. En realidad, tenía pensado contar otra historia, pero poco a poco se me fueron colando en la cabeza anécdotas o pequeñas tramas que iba leyendo en periódicos o que le pasaban a la gente de mi alrededor, y que tenían que ver con el empeoramiento de las condiciones de vida de las personas. Y, al final, me di cuenta de que el libro tenía más de estos episodios que de aquella idea original que nunca se vio plasmada.

-¿Tuvo alguna intención a la hora de enfocarla, una vez que vio que iba por ese camino?

-Lo que vi claro es que no quería hacer una explicación estructural de cómo se había dado la crisis, ni hacer un análisis de causas, consecuencias y culpables. Me interesaba mucho más hablar de cómo afecta la crisis a nuestra forma de relacionarnos unos con otros, a nuestra forma de establecer prioridades, de mirar hacia el futuro y de establecer proyectos de vida. Qué efectos tiene a nivel interpersonal entre parejas, amigos y familia; y qué provoca en nuestra relación con nosotros mismos.

-¿Y a la gente no le fatiga leer sobre sus propios problemas?

-No, porque los efectos de la crisis son solo el contexto, el libro no se recrea en nada demasiado dramático. Mi intención era la de establecer una conversación que al lector le resultase provechosa e interesante, algo con lo que se sintiese identificado, pero que también le aportase puntos de vista distintos.

-Hablando de puntos de vista, en su libro usa el de tres parejas de personajes que representan distintas realidades. ¿Por qué escogió precisamente esas, entre todas las opciones que había?

-Las relaciones de pareja como tema no se acaban nunca, me interesan mucho. Por otro lado, desde que la gente joven empezó a irse a vivir con un familiar mayor porque no podía permitirse un alquiler, siempre me había preguntado cómo serían esas convivencias forzadas. Y con la historia laboral, lo que quería era contar la paradoja de una persona que tiene un nivel formativo alto, y que siente que la oficina y el jefe para el que trabaja le da una especie de caché, pero que, sin embargo, no puede estar en una situación más precaria, un caso que se ha dado mucho en España.

-Son varios temas a tratar. ¿El resultado es una fotografía de la realidad o una visión crítica de la misma?

-El libro no señala a responsables, pero por lo menos sí que procura hacer una cosa: abordar una serie de temas de una forma honesta, con la menor cantidad de filtros y retoques posibles. Creo que en esa pretensión ya hay un claro posicionamiento político. Cuando se pretende contar una realidad tal como uno considera que es, y se pretende hacer con el mayor nivel de honestidad del que se sea capaz, ese gesto ya es de por sí un gesto político por encima de todo.