Las pasiones de algunas personas se encuentran en los lugares más insospechados. Unas veces aparecen a la vista de todos, colgando en carteles de muros y edificios como pancartas de manifestaciones silenciosas. Otras, en cambio, se vuelven tímidas y, temerosas de las miradas de la gente, se ocultan en aquellos sitios en los que se saben a salvo, porque serán pocos los que las busquen en ellos: la etiqueta de una botella de cerveza, el personaje de ese nuevo juego para smartphones, o incluso el primer boceto de esa película que aún está por filmarse. Hablamos de las ilustraciones, ese arte que decenas de coruñeses han convertido en su trabajo y que mañana, 30 de enero, se festeja a las 10.30 horas en la Biblioteca Pública da Coruña Miguel González Garcés con el taller Grandes ilustradores da historia. El Día de la Ilustración, dedicado este año a uno de los grandes dibujantes gallegos del siglo XX, Álvaro Cebreiro, supone un reconocimiento global para todos estos artistas gráficos, así como una puesta en valor de su muchas veces menospreciado cometido.

"La gente no percibe lo que hacemos como un trabajo", cuenta el ilustrador coruñés Luis Sendón. "Supone que ilustramos solo porque nos gusta, y es difícil hacerles entender que intentamos vivir de esto, que es una ocupación como otra cualquiera", añade.

Pero lo cierto es que la ilustración tiene más bien poco de ocupación corriente. Según Sendón, centrado especialmente en el diseño de carátulas de discos underground, la tarea de un ilustrador consiste en transformar las ideas en imágenes. Su compañero de profesión y autor de Decorado, nominado en los Premios Goya como mejor cortometraje, Alberto Vázquez, va más allá, asegurando que ilustrar es, muchas veces, tratar de dominar un idioma extranjero: "Un ilustrador es una persona que utiliza el dibujo como lenguaje", dice. "Una vez que lo aprendes, se puede aplicar a mil disciplinas. Eres ilustrador, pero también eres diseñador gráfico, textil, de personajes, pintor... Puedes trabajar en muchas profesiones", cuenta.

Aunque Vázquez declara como infinitos los ámbitos laborales a los que puede aplicarse la ilustración, el sector editorial continúa sobresaliendo, a juicio del también ilustrador y caricaturista Santy Gutiérrez, como uno de los que a día de hoy demandan más este oficio: "El principal trabajo de un ilustrador es la industria editorial: libros de texto, literatura infantil y juvenil, literatura para adultos y sus derivados, prensa y revistas. Es fácilmente el 65% de lo que hacemos", afirma Santy, que aporta su humor gráfico todos los días en LA OPINIÓN. Sin embargo, dentro de esa literatura, reconoce que suelen estar encajonados en productos dirigidos a los más pequeños: "Lo normal es que hagamos ilustraciones infantiles, pero cada vez hay más ilustración para adultos", cuenta.

Precisamente esta presencia mayoritaria en el ámbito de la prensa y la literatura es lo que Gutiérrez considera uno de los retos a los que se enfrenta su oficio en la actualidad. La adaptación a una industria cultural que ha avanzado a tientas en el camino hacia la digitalización, sufriendo la pérdida de beneficios del papel, es también en la ilustración un problema pendiente: "tradicionalmente trabajamos sobre papel, pero el papel se vende cada vez menos. Hay menos cabeceras y mucho pirateo. Así que la adaptación es nuestro mayor reto. Tenemos que saber cambiar junto a la industria", dice.

Se trata de una adaptación que ya ha comenzado. La mayoría de los ilustradores sabe que renegar de los avances tecnológicos no es ni práctico ni posible, y ya llevan tiempo trabajando directamente en formato digital. Incluso los que no cargan a cuestas con su smartphone a todas partes, como la autora del cartel conmemorativo de este año, Perrilla, entienden la digitalización como una oportunidad de futuro: "Ahora podemos enseñar nuestro trabajo y publicitarnos como nunca antes. Las redes sociales han acercado mucho la ilustración al público, haciendo que la gente la valore más, aunque siempre habrá un hueco para el arte tradicional", afirma.

Un artista que coincide con ella es Sendón. El ilustrador secunda este papel de Internet como escaparate, aunque también ve algunos de los aspectos negativos a los que puede dar pie: "Los bancos de imágenes nos dan un poco de miedo, igual que algunas de las aplicaciones que están saliendo, como Prisma, que convierten las fotografías en ilustraciones. Puede parecer que ahora están un poco en pañales, pero en el futuro pueden darnos problemas", dice. "Al final, lo que habrá que hacer es intentar que esas herramientas, que en un principio nos pueden quitar el trabajo, nos ayuden a mejorar como ilustradores y a mantenernos al día", añade.

Ese convencimiento de la importancia de estar al pie del cañón y sumergirse en las nuevas tendencias es lo que hace de Galicia y de A Coruña un caldo de cultivo para ilustradores. Los creadores, que trabajan en su mayoría como freelances, se mueven en un mundo que no siempre es fácil, pero en el que se aseguran de permanecer en la vanguardia. "Aquí el nivel creativo es muy bueno. Tenemos muchísimos artistas que, además, siguen o encabezan los nuevos movimientos", afirma Gutiérrez. "En Galicia hay mucho arte, y en A Coruña somos una ciudad de artistas, eso debería ser motivo de orgullo cultural", coincide Perrilla. "Con la guía sobre nuestro trabajo en la revista Coruña Gráfica se hizo un gran avance, pero debería haber una visibilidad mayor. Las imágenes son necesarias, pero también lo es que el creador cobre un precio justo por su trabajo", apunta.