En el día de los enamorados, es difícil no quedar prendados de la música cuando se tocan obras de los compositores representados en este programa. Aunque se trate de un músico tan juvenil como Schubert, que compuso su obertura "casera" a la edad de once años. Ejemplo de precocidad que -como nos dice con acierto Arturo Barral en sus notas- es ya una premonición del compositor que habría de revelarse como un genio en su prematura madurez. Al igual que Mozart; así lo atestigua su extraordinario cuarteto, último de los 23 que llegó a componer. Es evidente el paralelismo de la vida, y aun de la obra, de estos excepcionales músicos. Brahms tiene cierta similitud con ellos; pero le tocó otra época y vivió casi el doble de años. Eso sí: también sus obras de madurez revelan una genialidad excepcional (por ejemplo el Quinteto opus 111). Y en repetidas ocasiones manifestó su incondicional admiración por los dos austríacos. Ante un programa así, tan bello como difícil, hay que rendirse con armas y bagajes a esta agrupación que toma el nombre de Schubert y que integran miembros de la Sinfónica de Galicia, con el concurso de la excelente violonchelista vasca, Elena Escalza. Hubo al final muchos aplausos y exclamaciones de aprobación que, a pesar de su insistencia, no lograron el bis. Es que después de Brahms?