El escritor y guionista Martín Casariego, que en 1990 recibía el Premio Tigre Juan con su primera obra, Qué te voy a contar, presentará esta tarde a las 19.30 horas en la librería Moito Conto (San Andrés, 35) su última novela, Como los pájaros aman el aire, una historia sobre la posibilidad de renacer a través del amor y de mantener el que se ha ido a través de la memoria.

- Con este libro retoma el tema del amor, y lo hace a través de un hombre, Fernando, que precisamente ha perdido todo lo que ama.

-Sí. Me gustaba la idea del amor como manera de renacer, y para eso tienes que partir de abajo. Es una historia de una persona que está en un momento muerto, que está sobreviviendo más que viviendo, y que poco a poco le empieza a encontrar sentido a su vida a través del amor.

- Se separa de su mujer, cambia de trabajo y se muda para desvincularse del que hasta ese momento era su mundo, ¿es posible realmente partir de cero, como pretende él?

-Hay gente que lo hace, aunque nunca del todo, porque tu pasado siempre lo vas a llevar contigo. Puedes cambiar de vida, pero tu pasado no. Y en la novela él cambia de vida, pero sigue estando muy presente la figura del padre, la de la exmujer y por supuesto la de los hijos.

- El padre es otro familiar al que pierde. Y para recordarlo, inicia una peculiar actividad: fotografiar a distintas personas con las que eran sus gafas.

-La novela es inventada, pero parte de una historia que me habían contado sobre una persona que había perdido al padre y que empezó a hacer fotos con sus gafas. Me parecía que era una historia muy sugerente, porque habla de la necesidad de darnos cuenta de que somos nosotros, pero que también estamos en las personas a las que queremos y al revés. Me parecía que se complementaba con la historia de amor, porque una era la idea de renacer a través del amor, y la otra, la idea de que alguien que ha muerto no muera del todo a través del recuerdo. Siempre hay ese miedo a que los muertos se vayan difuminando y ese intento de fijarlos, de que no se pierdan, pero los muertos no desaparecen mientras nosotros los recordemos.

- No fue la única historia real que empleó.

-No, usé otra más pequeñita. La imagen que para mí era partir de cero, solo y sin ánimos se basa en alguien que conocía, que se había separado y que me contaba alguna de las cosas que aparecen en la novela. También la persona que me había contado la historia de las fotos me habló de que había conocido a una chica rusa un tanto misteriosa.

- Esa mujer rusa de la que habla es Irina, la chica a la que se dice que Fernando ama "como los pájaros aman el aire", ¿cómo es ese amor?

-Él está muy solo y se da cuenta de que necesita a alguien, y entonces aparece esa mujer. Le atrae porque es misteriosa, y se imagina cosas sobre ella. Nos enamoramos de cosas que sabemos pero también de lo que imaginamos en el otro, y eso es lo que él hace. Ella también está muy perdida, y encuentra en él a alguien que la trata bien.

- Dice que los libros importantes son los que dejan huella. ¿Dejará huella Como los pájaros aman el aire ?

-No tengo ni idea, pero cuando escribes eso es lo que pretendes. Mi ambición es escribir libros que dejen un poso en quien los lea, que vayan más allá del hecho de pasar cuatro o cinco horas entretenido. Que te emocionen, y te hagan pensar, y reflexionar sobre ti mismo, sobre el mundo y sobre la literatura. No puedo saber si eso lo consigo o no, pero sí puedo plantearme a la hora de escribir qué es lo que quiero ser yo como escritor, y yo como escritor lo que quiero es escribir obras que afecten como esos libros que me han hecho a mí escoger esta profesión.

- Terminar un libro y comenzar el siguiente es un proceso difícil, ¿ya tiene alguna otra novela entre manos?

-Aunque sea un libro corto y en apariencia sencillo, he estado mucho tiempo escribiendo Como los pájaros aman el aire. Y he tardado también un tiempo en despegarme de él, hasta el punto de que estaba un poco preocupado. Pero sí, ahora por fin me he puesto a escribir algo. Por suerte, sigo teniendo ganas de escribir.