Moncho Borrajo sube esta tarde al escenario del Teatro Colón con su espectáculo Cosas mías 2. En el monólogo, que comenzará a partir de las 20.30 horas, el humorista ourensano reunirá, "sin ser una antología", algunos de sus números más populares, caracterizados por una alta dosis de improvisación y de interacción con el público.

- Es famoso por sus conocidos espectáculos críticos, ¿ Cosas mías será uno de ellos?

-Claro. Hablaremos de política, de Gran Hermano, de la tontería del Got Talent? Este país tiene mucho que criticar, con que coja un periódico en la mano me llega [se ríe].

- ¿Será una crítica que haga reflexionar?

-Lo que pretendo, ante todo y sobre todo, es divertir, pero también quiero que la gente siga haciendo lo que siempre hace en un espectáculo mío, que es discutir. El humor es medicina y arma. Arma para atacar a los poderosos y medicina para curar a los pobres. Vale para decir en alto lo que si dijeras fuera del humor sería una ofensa. Como hacían los bufones. A mí me gusta mucho que me llamen bufón, porque eso significa que digo las cosas muy claritas.

-Dice que criticar es un deber del artista.

-Sí, pero en realidad cada uno toma una postura. Yo llevo 45 años haciendo este humor, que es crítico y social, siempre en contra del poder establecido. Al poder hay que darle caña, sobre todo cuando los que están en él a veces dicen cada tontería que es para anotarla y ponerla en un circo. Tenemos que meternos con él con educación, pero con ingenio.

- Y con improvisación, otro de sus elementos clave, ¿por qué ese hábito de huir de los shows cerrados?

-Porque creo que es lo que hace que cada espectáculo sea único. Hay que adaptarlo al público. La gente joven, por ejemplo, tiene esa teoría de "como hace reír a mi padre, a mí no me va a hacer reír". No tienen en cuenta que el humor es eterno. Si cambiamos el nombre y la fecha, nos pasa a todos lo mismo. En el fondo el humor es un espejo que ponemos delante del público, un espejo que no es ni cóncavo ni convexo. Es tan claro, que la gente no se cree que lo que cuento haya pasado. Piensan que es ingenio, pero no. Por ejemplo, el otro día se me ocurrió ver Mujeres, hombres y viceversa, ¡y qué gente! No te creas que hubo alguien que le preguntase a otro qué libro estaba leyendo [se ríe]. Y esto sin pretensiones de ser un cómico culto.

- ¿Cree que lo es?

-No, el inteligente es el público. Lo que pasa es que la gente equivoca el humor culto con el de datos pedantes. El humor inteligente es lo que en Galicia se cumple cuando lees a Castelao . Y también lo es reírse de uno mismo. Y si tú llegas tarde por el centro del patio de butacas, con un abrigo de visón y el pelo rubio cardado? Me tendré que meter contigo [se ríe].