¿Qué le ocurre a un neurólogo cuando se vuelve loco? A esa pregunta responde Gabi Martínez en su libro Las defensas, la obra que presentará esta tarde a las 19.30 horas en la librería Moito Conto (San Andrés, 35). Autor de varias novelas premiadas, como Los mares de Wang y Solo para gigantes, el escritor catalán se interna en esta ocasión en el mundo sanitario, narrando la historia real de un médico al que todos dieron por desequilibrado tras un violento brote de enajenación mental.

- Su protagonista, Camilo Escobedo, esconde la historia de un médico real, ¿cómo se topó con ella?

-Estaba firmando ejemplares de mi último libro y se me acercó un señor para decirme que tenía una historia estupenda que veía interpretada por George Clooney en Hollywood. Pensé que tenía humor, y le pedí que me la resumiera. Me dijo que era neurólogo, que había sido diagnosticado de manera errónea por una enfermedad que se desconocía cuando la contrajo, y que sus propios compañeros lo habían enviado al psiquiátrico. Me encontré con un relato que me permitía, no solo acercarme a la enfermedad, sino también a mi propia ciudad desde un punto de vista atípico: la mirada de una persona que había sido expulsada de la sociedad.

- ¿Y cómo ha sido para usted internarse en ese mundo?

-Las historias de personas con enfermedades mentales son muy poderosas. Te sacuden, tanto por lo impresionantes que son como por su dureza. Y a veces te superan. En este caso, por ejemplo, he pasado desde subir con el verdadero neurólogo al Pic de l'infern para sellar el libro, con toda la simbología del nombre de esa montaña, hasta llegar a ponerme a llorar delante del ordenador por la tensión que había ido acumulando durante la escritura de esta historia. Pero si decidí escribirla es por todo lo que compartía con el protagonista. Empatizaba de tal manera que iba a poder proyectar muchos de los anhelos y desesperanzas que padecía.

- Dice que también empatizarán los lectores.

-Es que la aspiración a la hora de escribir esto fue darle a la gente algo en lo que ellos puedan verse proyectados. Es una invitación a repensarse el modo de vida que estamos llevando en las sociedades actuales, una historia sobre la tensión con la que vivimos en las metrópolis. Las defensas se fija en alguien que está viviendo en la España habitada, y lo que te muestra es la aceleración que nosotros mismos nos causamos, y de cómo incluso una persona que tendría que estar preparada para asumir esa velocidad resulta que no lo está. De ahí viene el título del libro. Las defensas con las que nos han preparado desde pequeños para enfrentarnos al mundo resulta que no funcionan, que son mucho más frágiles de lo que pensábamos. El esfuerzo con recompensa, la familia protectora y la autoridad justa, no son así. La caída de defensas de la realidad social coincidía en este personaje con la caída de defensas a la que su propio organismo le había llevado. Me permitía hacer un paralelismo entre la ciudad donde vivía esta persona y su cuerpo.

- Además de ese estrés, otro de los temas que trata es el estigma de la enfermedad mental. ¿Por qué reaccionamos de forma diferente a ella que a las enfermedades físicas?

-La ciudad y la modernidad nos ha llevado a un lugar supercivilizado, más controlado por la razón que nunca, de tal manera que no hay espacio para cualquiera que se salga del cauce de la razón. Los frikis y los locos son expulsados de lo que se considera lo razonable. Al mismo tiempo, sin embargo, el loco es la piedra angular de nuestra literatura. Mira a El Quijote. Es un loco que viaja. Pero resulta que tanto al loco como al viaje los hemos expulsado del corazón de nuestros libros. Es una cosa que me parece curiosa, y que ahora estoy intentando recuperar. De hecho, digamos que el viaje me ha llevado al loco, que es alguien que puede actuar como un librepensador total, porque ya no puede estar más expulsado de la sociedad.

- Una sociedad en la que también deja sitio para la crítica, ¿la hay frente al sistema sanitario?

-No hay crítica al sistema sanitario, sino al contexto. El sistema sanitario funciona gracias a una mayoría de trabajadores que hace un trabajo excepcional, aún más sacrificado desde la crisis. Pero por encima de esos trabajadores hay una serie de poderes y de personas concretas que tienen unos intereses creados, que se deben a unas ideologías determinadas, y que van a hacer todo lo posible por sacar beneficios personales. La crítica va a los grupos que funcionan así. Al final, en este libro se sugieren varias cosas, y entre ellas una muy importante: no someterte cuando veas que hay personas que te están sacando de tu propia naturaleza hasta volverte loco.