Casi podría decirse que el responsable fue El Greco. José Luis Loureiro, pintor y escultor de origen ferrolano, se encontraba en una muestra dedicada al centenario del artista cuando se le ocurrió la idea de su propia exposición. La ventana dorada: visión de un nuevo paisaje, que permanecerá abierta hasta el 20 de mayo en Atlántica Centro de Arte, comenzó a gestarse con el oro de las paredes sobre las que se colocaron las obras del pintor renacentista, un color que Loureiro usaría más tarde para enmarcar, como si de una centena de cristaleras se tratase, los 121 paisajes que ahora presenta.

"Me impresionó mucho aquel montaje. Estaba en un palacio con tonos tostados, y era de una poética impresionante. De ahí nace la idea de hacer esta Ventana dorada", cuenta el artista.

En su exposición, el pintor reúne toda una serie de paisajes inéditos e imaginarios, creados durante los años 2014 y 2015. Las piezas, de pequeño y mediano formato, están realizadas con los clásicos colores llamativos de Loureiro, y han sido agrupadas en varios subconjuntos en función de la temática que tratan: "Las composiciones principales son las dedicadas a los árboles, las montañas y las llanuras. Luego hay otros seis grupos, pero esos ya mezclan distintas escenas", explica el pintor.

Esta organización aligera visualmente la impresión que reciben los visitantes, pero también hace un guiño a la propia estética de las obras. Con sus marcos dorados y sus divisiones interiores, las piezas reproducen la visión que se obtiene al mirar a través de una ventana, una sensación que también imita la disposición de los distintos grupos: "Los conjuntos son como las propias ventanas. Al presentarlos en forma de cuadrado, parece que cada pintura sea uno de los cristalistos, por el que aparece un paisaje", cuenta Loureiro.

Las escenas que se observan a través de ellas son lugares ficticios, ideados por el mismo artista a partir de todo su trabajo. "Parece que hasta ahora el paisaje tenía que ser copiado, pero se puede desarrollar el propio", dice. Sin embargo, y como todo lo inventado, las creaciones de Loureiro poseen una base real. Las pinturas de la muestra tienen vínculos con zonas de Galicia y de Castilla, que el paisajista fue observando a lo largo sus 52 años como artista: "Muchas obras tienen tintes gallegos, pero también hay otras, como las llanuras, que están inspiradas en el paisaje castellano", afirma.

La creación de este tipo de pinturas no es nada nuevo para Loureiro. Aunque en el 2008 ya exponía su visión personal del paisaje, lo cierto es que su trabajo como retratista de la naturaleza comenzó mucho tiempo antes, durante su niñez: "Yo soy un deudor del paisaje. Tuve la suerte de haber nacido en una aldea de Ferrol, en la que viví hasta los 6 años. Mi entretenimiento allí era pasear y observar las nubes, el cielo, las puestas de sol... Los primeros años marcan la vida de una persona. A partir de ellos, en mi obra siempre ha habido un poso de todo lo que se observa en una aldea", comenta.

A pesar de que ya tiene desarrolladas tres etapas artísticas más para exponer que desembocan en un estilo geométrico, el pintor asegura que las escenas seguirán siendo una constante en su trabajo. "En los últimos años, parece que se desprecia el paisaje, que se considera un género menor en la pintura. Pero los paisajes son la vida, el momento que en el que estás", afirma.