"Lo que la historia nos hurta, lo conquista la literatura", dice Lorenzo Silva en su novela. Y eso es lo que ha intentado hacer. El escritor, que estará esta tarde a las 20.00h en la Fundación Luis Seoane, rescata en Recordarán tu nombre al general José Aranguren, un jefe de la Guardia Civil de Cataluña que defendió la II República frente al golpe militar del 36, para luego caer en el olvido. Documentos, testimonios y una larga investigación, sirven al autor en este libro para pintar un retrato de aquellos días, devolviéndole con él a su protagonista parte de ese reconocimiento que, en vida, nunca pudo tener.

- ¿Cómo se encontró con Aranguren?

-Buscando otra cosa. Yo estaba escribiendo un ensayo histórico sobre la Guardia Civil y, mientras estudiaba a los miembros del cuerpo represaliados por no haber secundado el golpe, encontré a Aranguren, el más insigne de todos. Me indignaba que un hombre así no fuera recordado por nadie, y que hubiera funcionado la operación, claramente deliberada, de borrarlo.

- Curiosamente su historia se entrelaza con la de usted, igual que con la de otros personajes de la obra, como Manuel Goded.

-Sí, se relaciona con momentos estelares de la historia de mi familia [se ríe]. Mi abuelo Lorenzo iba a emigrar a Argentina, pero un teniente coronel lo convenció de que se quedara en el ejército, y eso fue lo que finalmente le permitió conocer a mi abuela. Ese teniente coronel era Goded, así que yo en cierto modo le debo mi existencia. Por otro lado, mi abuelo Manuel siempre me ha recordado físicamente a José Aranguren. Era un guardia de seguridad que se libró de que lo fusilaran, pero su vida también quedó truncada por la guerra, igual que él, por mantenerse leal a lo que creía que era su obligación. Además estuvo a sus órdenes en el 31. Aranguren era jefe superior de policía en aquella época.

- Están vinculados a usted, pero también entre ellos y a un momento decisivo: la resistencia de Cataluña. Goded pidió a Aranguren que se rindiera, pero él se negó. Conociéndole, ¿realmente creía que se uniría al golpe?

-Creo que sabía que no, de hecho ni lo contactaron. La rebelión en Barcelona tenía muchos cómplices, pero nadie tocó a Aranguren, porque sabían que no se iba a levantar. En realidad pienso que la llamada de Goded da prueba de la desesperación en la que se encontraba. Él sabía que Aranguren no se iba a sublevar, pero era su última carta antes de rendirse.

- Aranguren defendía la república, pero al mismo tiempo, dos de sus hijos estaban luchando por Franco. ¿Cómo manejaba esa situación?

-Su familia estaba en Galicia, que cayó inmediatamente al bando nacional, así que la comunicación estaba completamente interrumpida. No tenía ninguna noticia de ellos, hasta el punto de que se enteró de la muerte de su hijo un año después de que sucediera. Es lo primero que supo cuando le detuvieron, y cuando se enteró dijo: "Si Juan ha muerto, a mí ya no me importa lo que me hagan".

- Podría haber evitado la prisión, pero se negó a exiliarse. ¿Seguía esperando la paz?

-A él no se le pudo probar ningún tipo de delito más allá de obedecer las órdenes de sus jefes, cosa que dudosamente es una infracción. Pensaba que no había cometido ningún crimen, que había hecho lo que tenía que hacer y que, aunque le condenaran a la cárcel, respetarían su vida. Pero se equivocó.

- "E ste país se complace en maltratar a aquellos que más se sacrifican por él, mientras que premia a quienes especulan a su costa". Es una frase suya, ¿cree que sigue siendo así?

-Creo que sí. Aranguren tuvo una vida de sacrificio, son cuarenta y tantos años de servicio como Guardia Civil en circunstancias difíciles y jugándose la vida. El premio a todo ese sacrificio al final fue que lo fusilaron como a un delincuente. Ocurre lo mismo si vas al bando sublevado. Encuentras a Goded, por ejemplo, un general que ganó la guerra de África, que estaba costando muchísimas víctimas. Era mucho más brillante que Franco, que pasó lo justo por esa guerra para que lo hicieran general. Y fíjate, él fusilado como un perro, y Franco, a la cabeza de todo.