Podría suceder en cualquier tiempo y lugar, pero guarda ciertas semejanzas con un futuro que quizá no nos quede tan lejos. Ray Loriga, el escritor que hace 25 años comenzaba su carrera literaria con la publicación de Lo peor de todo, construye en su Rendición un mundo distópico en guerra, cuyos conflictos obligan a huir a una familia de refugiados. Su llegada a la Ciudad de cristal, una sociedad segura sin penurias ni secretos, es lo que el autor relata en su última novela, una historia con la que este año ganaba el Premio Alfaguara y de la que hoy en la UNED, a las 18.30 horas, hablará como parte de los XIII Encuentros con escritores, organizado por el Centro de Formación e Recursos.

- Dice que los escritores responden a la sociedad que les rodea, ¿la Rendición es su reacción a la que empieza a intuirse?

-Pienso que se intuía ya de largo, pero ahora pernea. La intuición es previa a la lluvia, y cuando cala es que ya te has mojado mucho. Yo hace tiempo que intuía sensaciones parecidas a esta, y ahora intenté contarlas, aunque no para avisar al mundo. No soy Nostradamus ni hago profecías, simplemente cuento lo que veo.

- ¿Ficciona el presente o el futuro entonces?

-Hago una fábula y toda fábula tiene la obligación de hablar de su presente, o de un presente continuo.

- Tardó ocho años en escribir esa fábula.

-Sí, pero por medio escribí otra obra, Zaza, emperador de Ibiza. Era un poco el hermano gamberro de este libro. Me ayudó a protegerlo y a cuidarlo durante todo el proceso hasta llevarlo a un puerto muy bonito que se llama Premio Alfaguara.

- El jurado de ese premio lo comparó con Orwell y con Kafka, aunque a mí la historia me recordó más a Un mundo feliz .

-Sí, quizá es más como Huxley.

- Comparten una droga parecida, para evadirse de lo malo.

-Igual que nosotros. También teníamos un libro con una droga muy antigua, el maná, que saciaba todas las necesidades del alma del hombre. Se llama Biblia.

- Pero en su mundo no existe la religión. Ni los secretos. ¿Qué papel juega esta falta de intimidad en la sociedad que imagina?

-Básicamente quería enfrentarme a una paradoja que yo mismo siento: ¿Cuánto ganamos con la transparencia y cuánto perdemos? Con la transparencia ganamos que no se puede esconder intención aviesa ni ningún pensamiento proceloso, pero se pierde intimidad, secretos del alma y misterio. Y eso es de lo que quería hablar en el libro, no como crítica, sino poniendo sobre la mesa las cartas de este juego.

- También trata el tema del dolor. Dice que sin él la vida no es vida, ¿por qué?

-Me parece que en la sociedad occidental hay un grado de frustración un pelín cursi por no habernos acostumbrado al roce de las cosas, a que las cosas duelan. También a veces esperamos demasiado de muy poco que hacemos o soñamos. Pero no soy predicador, solo cuento una historia.

- ¿Y quién se rinde en ella? Porque el título no es casual.

-Eso es con lo que juego. ¿Se rinde el grupo por comodidad?, ¿se rinde él porque no es capaz de superar su naturaleza, lo que por otro lado es una buena razón para rendirse? No quiero desvelar el final del libro, aunque no se trate de esa historia en la que el asesino es el mayordomo, pero es una novela de misterio.

- En una de las frases de su ese final, su protagonista dice: "Gente como yo, sin fe en el futuro, fuimos siempre el enemigo". ¿Usted tiene fe en él?

-Siempre. El futuro no ha hecho más que mejorar y avanzar. Otra cosa es que haya que ir afilando los pasos hacia él con el viejo método infalible de prueba y error. Eso no ha cambiado.