Bailaron en el País de las Maravillas, y ahora lo harán en el mundo de Oz. Los alumnos de la academia Sadanza, más de cien niños y niñas de edades comprendidas entre los 3 y los 19 años, se preparan esta tarde para el universo de baile y teatro que construirán sobre las tablas del teatro Rosalía, a las que llevarán en esta ocasión su II Gala Sadanza. El espectáculo, que comenzará a las 19.00 horas, recuperará con texto y coreografía el filme original de El mago de Oz, una producción realizada en 1939 por Victor Fleming a través de la que la escuela tratará de superar el éxito que el año pasado obtuvo con su Alicia.

" Alicia en el País de las Maravillas había gustado mucho, así que este año apostamos por El mago de Oz", cuenta la directora del centro, Clara Losada, indicando que la función es "una forma de cerrar el curso" por medio de una modalidad distinta a la "simple actuación escolar".

Y es que de sencilla esta gala no tiene nada. Entre el jazz, el ballet y la danza contemporánea, cada uno de los personajes contará con sus propios pasos de baile, con los que no solo escenificarán a los protagonistas de la historia, sino también a los elementos inanimados. "En el famoso huracán, los niños se juntan para hacer un baile de puntas y las baldosas, por ejemplo, también las representan otro de los grupos", explica la directora.

Los papeles se reparten en función de las edades. Dorothy será interpretada por una de las alumnas mayores de la academia, mientras que otros papeles más sencillos, como el de alguno de los animales de la granja, serán responsabilidad de los pequeños de la escuela. Coordinarlos a todos, asegura Losada, ha sido muy difícil. Los exámenes finales de los que se encuentran terminando sus estudios y el trabajo añadido que suponen los que todavía los están empezando, ha supuesto un esfuerzo de tres meses, al que hay que sumar todo el proceso previo al comienzo de los ensayos: "Ver la película varias veces para sacar los personajes, ir copiando uno a uno los fragmentos del guión... Ha sido un sacrificio muy grande. Pero una vez que empezamos ya no se puede recular ni bajar el listón", dice.

Para evitar ese descenso de nivel, Sadanza ha recurrido al vestuario de Janto Salgado y Sweet Subela, que también han contribuido a un decorado que este año cambia de ubicación. "En 2016 actuamos en la Casa de la Cultura Pintor Lloréns de Sada, pero el aforo era pequeño y muchos se quedaron fuera", dice la directora, justificando su traslado al teatro Rosalía. Aunque reconoce que tenía "miedo de no vender" las alrededor de 700 entradas que permite el edificio, Losada asegura que éstas ya están cerca de terminarse, y que quedan únicamente "unas 20 o 30" butacas "en el gallinero".

Quienes se sienten en ellas, dice, podrán ver un buen espectáculo. Será el resultado de "la constancia, el esfuerzo y la motivación" de los alumnos de la academia; una interrelación de disciplinas artísticas que piensan volver a realizar durante los años venideros. "Me da mucho trabajo, pero supongo que el siguiente curso repetiremos con otra función similar para despedir el año", comenta la directora. "Queremos que los alumnos disfruten y en Sadanza, si hacemos algo, lo hacemos a lo grande", afirma.