Trozos de poesía y varios bocetos son algunos de los objetos que Miguelanxo Prado ha seleccionado para compartir su visión artística. El ilustrador coruñés, que participa mañana en el programa cultural de Hijos de Rivera 12miradas::Riverside, expondrá a las 20.30 horas en la galería Vilaseco (Padre Feijóo, 5) un repaso por los cambios que el lenguaje del cómic ha experimentado en las últimas décadas y que él ha ido incorporando a la hora de realizar su trabajo. Para ejemplificar todo este recorrido, el artista se apoyará en una de sus obras más reconocidas, Ardalén, una historia que le valió el Premio Nacional del Cómic en el 2013 y con la que ahora refleja ese camino de mezclas y fronteras fantasma que, según el coruñés, construye desde hace tiempo el perfil del "creador del siglo XXI".

"Quiero mostrarle al público las peculiaridades del lenguaje que manejo, el del cómic, un idioma que se volvió muy multidisciplinar a partir de los 80", explica el ilustrador, señalando el empuje tecnológico como el principal motor de estos cambios. El nacimiento de nuevas herramientas más allá del lápiz y el papel han modificado, dice Prado, "todo el proceso de edición y publicación" de las obras de los artistas que, independientemente de sus preferencias personales, se han visto forzados a tener ciertas nociones en el campo digital. "El lenguaje actual nos obliga a tener formación tecnológica. Pone al creador ante distintas puertas como el cine y el videojuego, y muchos se mueven de un campo a otro", comenta.

El propio Prado es uno de esos artistas multidisciplinares. Entre sus trabajos, que hoy se cuentan por decenas, uno puede encontrar largometrajes como De profundis y animaciones como la serie de Men in Black, además del tipo de obra más frecuente en el ilustrador, el cómic, del que tiene más de una quincena de piezas. El que empleará en su charla de mañana, Ardalén, es uno de los más recientes. Su proceso de creación, con técnicas modernas y tradicionales, le servirá al creador para articular su discurso, que contará también con objetos tan curiosos como "un dibujo realizado en el mantel de un restaurante" o el fragmento de un poema que, tras años olvidado en un cajón, acabó prendiendo la chispa de Ardalén, una obra "hecha a mano", pero que "sería impensable" sin la tecnología.

Su modo de plasmar esta historia, afirma, muestra "cómo van apareciendo todos los cambios" que los creadores como él han introducido, y que Prado resume en tres: el derrumbe de las fronteras entre disciplinas, la compartimentación del público y la transformación del mismo artista, que se convierte en un creador poliédrico. "Los proyectos creativos han diluido las fronteras y el público está dividido. Muchos de los que veían Men in Black no sabían que el señor que había hecho sus diseños era el mismo que hacía Xabarín Club, por ejemplo", dice Prado que, aunque asegura que la eclosión que estas características están provocando en el cómic es semejante a la producida en los 80, reconoce que existe una diferencia fundamental: la pérdida de originales, surgida por decisión de muchos ilustradores de crear directamente desde plataformas digitales. "A veces pienso que es una pena, porque a mí me emociona verlos. Pero para aquellos que no conozcan esa relación especial con el original, que desaparezcan esas huellas físicas no tiene mayor transcendencia", comenta el artista, que afirma que no hay lugar para la nostalgia. "El arte está en un momento magnífico. Tenemos que disfrutar de lo que está a nuestro alcance", declara.