Vive con un pie en ambos lados del Atlántico, impulsada por una música igual de nómada que ella. La argentina Laura Corallini, cantante de jazz, electrónica y ritmos latinoamericanos, se une este miércoles al festival +QueJazz con su peculiar repertorio de "sonidos del mundo", que interpretará a las 22.00 y 23.00 horas en el Jazz Filloa junto al pianista César Latorre y el contrabajista Pere Loewe.

- Comenzó con un disco de música brasileña en el 2011, ¿cómo llegó al mundo del jazz?

-La música de Brasil fue la que me acompañó en mi primer recorrido, pero el jazz siempre me interesó. Cuando me mudé a Berlín, mantuve el acercamiento a la música latinoamericana, pero abrí ese repertorio a músicos que venían del jazz. Así se armó esta nueva estética con la que vengo trabajando desde entonces.

- Residió allí durante varios años, ¿qué encontró en su escena musical para quedarse?

-La escena musical de Berlín es impresionante, rica y cosmopolita, con muchos sonidos de distintos lugares del mundo. Es cierto que vivir de tocar allí es difícil, y que a veces uno hace conciertos en los que hasta pierde dinero, pero el nivel de los músicos es altísimo. Aprendí mucho con la gente con la que interactué ahí, y además tiene ese punto de encuentro entre lo moderno y lo tradicional que siempre me ha gustado.

- Un punto que usted ha practicado en su música. ¿Es un intento por no perder la conexión con sus orígenes?

-Sí, tal cual. Fue surgiendo sin que me percatase. En un cierto momento me di cuenta de que era una forma de profundizar en cosas sobre las que quería aprender más, y también una manera de mantener esa conexión, que fue muy bien recibida.

- Tanto que el año pasado ganó el primer premio en el Crest Jazz Vocal de Francia, ¿cómo fue la experiencia?

-Hermosa. En Francia sentí que la gente estaba muy abierta a la música del mundo, recibieron lo que hacíamos muy bien. Los cantantes que había en el concurso tenían un nivel muy alto, y creo que el repertorio tuvo algo de peso en la decisión del jurado. Fue un reconocimiento hermoso, la verdad, una experiencia que me cambió para siempre.

- ¿Nunca se topó con aquellos que creen que las fusiones desvirtúan el jazz?

-Nunca me lo dijeron a mí, pero sí es cierto que muchos piensan que las fusiones desvirtúan. Hay muchos prejuicios, pero hay que intentar que no te limiten para hacer lo que quieres hacer. Si defines esa música como tradicional, seguramente no estás siendo honesto, pero si lo describes como lo que es, sí.

- ¿Sigue trabajando esa línea ahora?

-Sí, estoy terminando de producir el disco que grabé el año pasado en Berlín, y en Buenos Aires estoy empezando a trabajar con gente de acá. También tengo algunos proyectos para probar cosas nuevas con mi padre, que es compositor. Es un sueño que tuve durante mucho tiempo, y parece que ahora es el momento de realizarlo. Hay muchas cosas lindas dando vueltas y espero poder volver pronto a Europa con las que surjan a este lado del Atlántico.