La vida de José Vicente Domínguez es casi tan variada como sus novelas. Ha sido capitán de la Marina Mercante, empresario y político, y entretanto ha escrito ensayos, novela costumbrista, histórica y cuento infantil. Con Por mucho que ahora me quieran, la obra que presentará mañana a las 20.00 horas en la librería Arenas, se sumerge en un nuevo género, el thriller, y en una nueva historia, la de Marta, una joven que afronta su adopción en la A Coruña de finales de los 90 y comienzos de los 2000.

- ¿Cómo acaba un capitán de la Marina Mercante escribiendo novelas?

-Los navegantes leemos mucho, sobre todo en travesías muy largas. Recuerdo haber comprado en Ecuador y Argentina todos los libros que podía cuando aquí todavía estaban prohibidos. De la afición a la lectura vino la afición a escribir, y mi primer relato.

- O Anxelote .

-Sí, y seguí hasta un total de doce, que se cumple con este libro, Por mucho que ahora me quieran.

- Un thriller , aunque ha tratado antes otros temas muy diversos. ¿Huye de la repetición?

-Exactamente. No quiero que me queden cosas por hacer, por eso no repito en lo que escribo.

- ¿Cuál ha sido el género más difícil de los que ha trabajado?

-El más difícil fue Veroto, el romano, una novela histórica que habla de los orígenes celtas desde el IV a.C. hasta la llegada de los romanos. Me llevó tres años largos y a base de trabajar muchísimo. Por otro lado, la que peor cuerpo me dejó fue Muy rojo, muy negro. Fue una novela dura.

- En Por mucho que ahora me quieran también aborda algunas problemáticas complejas como los malos tratos y el mundo de las drogas. ¿Por qué quiso adentrarse en ellas?

-La propia novela me condujo a esa situación. En principio la obra se basa en una chica que descubre su adopción y no sabe cuáles son sus padres naturales. Pero en esa búsqueda, se tropieza con la sociedad de A Coruña entre el 1992 y el 2009 y con los problemas que había. La drogadicción por aquel entonces era una lacra importante, y yo la uno a la prostitución y los malos tratos.

- La cuenta a través de Marta, el personaje principal. La mayoría de sus protagonistas son mujeres.

-Sí. No es que quiera erigirme como el gran defensor de las mujeres, porque para mí tanto ellas como los hombres tenemos los mismos derechos y deberes. Pero me gusta su protagonismo, son más analíticas. Me gusta la mujer que piensa y resuelve sin precipitarse.

- Dice que es una obra didáctica, ¿qué mensaje quería transmitir?

-Es cierto que me acusan de ser bastante didáctico [se ríe]. Por mucho que ahora me quieran enseña que las personas pueden cumplir sus objetivos sin necesidad de avasallar a nadie. Esta chica al principio es muy despótica, una mala hija, pero la paciencia de sus padres adoptivos es capaz de ayudarla para lograr sus fines. También quiero dar a entender que hay cauces más allá del abandono en sitios como la casa cuna que había en A Coruña.

- Es uno de los escenarios que se ven en su libro, ¿qué otros lugares de la ciudad se pueden descubrir?

-La calle del Orzán es muy socorrida en la novela. También Santa Cristina, donde entonces empezaba la movida, y Santa Cruz, Mera? Toco un poco de todo.

- ¿También Benencia, su lugar imaginario?

-También. Siempre tengo que hablar de él. Es donde yo vivo, pero le llamé Benencia para no identificar ningún sitio concreto.

- Le hablaba antes de su capacidad para tocar todo tipo de géneros. En el próximo hablará nada más y nada menos que de ocas.

-¡Les estaba dando de comer cuando me llamó! [se ríe]. El libro va de los animales en general, pero ¡la oca es un ser que veo tan inteligente?! Y tiene un orgullo? Es una novela sobre la interrelación entre los humanos y los animales. Cómo nos ven ellos a nosotros, y cómo nosotros los vemos a ellos.

- ¿Y cómo está yendo?

-Por ahora tengo un guión muy rudimentario, pero la idea es esa. Quiero hacer algo diferente.