Una policía transexual, Sofía Luna, se enfrenta a un caso de asesinato en El final del hombre, la nueva novela de Antonio Mercero en la que narra el "viaje de un sexo al opuesto". La obra, la primera policíaca del guionista de series como Hospital Central, la presenta esta tarde a las 20.00 en la Fundación Luis Seoane, dentro del ciclo Letras de Outono.

- ¿Cómo ha sido su debut en el género policial?

-Con el máximo respeto, porque me parece un género que es difícil hacer bien, pero a la vez con desparpajo, porque he sido lector de novela negra toda la vida.

- ¿Por qué esperó entonces a ahora para dar el salto?

-Porque me tropecé con la historia de una policía transexual. Me interesaba mucho una policía investigando un crimen atroz en pleno proceso de cambio de sexo, porque es un proceso muy insidioso en cuanto a efectos secundarios de la medicación hormonal. Todas sus habilidades policiales están mermadas, por no hablar de todo el rechazo del entorno social, laboral y familiar.

- ¿Cómo enfrentó la narración de un proceso tan complejo?

-Hablando con transexuales. Primero con la policía transexual inglesa que inspira el personaje de Sofía Luna, que me contó su caso, y después con transexuales en Madrid. El viaje que va desde un sexo al sexo opuesto es tremendo, está lleno de miedos e inseguridades.

- ¿Qué impresión se llevó de la situación del colectivo?

-Está muy rezagado en normalización social. Su gran problema es la inserción laboral. Se insertan en el cuidado de personas mayores, en el mundo del espectáculo, y luego tienen la vía marginal de la prostitución, que evidentemente no es la deseable. Siguen teniendo mucho miedo a la agresión física, porque la sufren todavía, y me pareció que tenían mucho camino por recorrer, aunque va mejorando día a día porque cada vez se saca más a la luz.

- El mayor trance de Sofía Luna es enfrentar a su familia.

-En la familia hay de todo. Hay casos de familias que han entendido muy bien que tienen un hijo adolescente transexual, y hay otros que no. A Sofía Luna le da mucho miedo que su hijo no entienda la situación, cosa que de hecho sucede.

- ¿Por qué le dio ese papel al hijo? Se suele pensar que la juventud es la más abierta.

-Me interesaba precisamente poner los dos extremos de edad en la intolerancia. Está el personaje de Crory, que es un hombre muy chapado a la antigua y que por supuesto no entiende la transexualidad. Pero también me interesa poner el otro extremo, porque yo creo que la intolerancia no tiene que ver con la edad, sino con los resabios que tenemos dentro y que nos impiden darnos un paseo por el otro lado. Todos deberíamos darnos un paseo por el otro lado para ver cómo se ve la vida desde allí.

- El machismo, como la intolerancia, también juega un papel importante en la novela.

-El tema de la novela tenía que ser el machismo, porque me parecía que un protagonista como este encarna muy bien el cambio que se está operando de una sociedad ancestralmente masculina hacia una más femenina. Un personaje que empieza siendo hombre y acaba siendo mujer, simbolizaba bien este proceso necesario que todavía no termina de culminar. Me interesaba especialmente denunciar el machismo de los hombres cultos. Les podríamos atribuir más sensibilidad para entender los cambios del mundo, pero no son capaces.

- Seguirá la saga con Los crímenes de Madrid , ¿cómo crecerá Sofía Luna en la nueva entrega?

-En la nueva entrega Sofía Luna ya es una mujer físicamente, porque se ha hecho la cirugía. La vamos a recuperar un año después, para ver cómo integra su nueva condición ahora que ya se produce una correspondencia entre el sexo que cree tener y el que tiene. Contaré también cómo es la relación con el padre que la repudió y, por supuesto, habrá otro caso que resolver.