"Una fábula moderna que habla de cosas muy ancestrales". Así define Jorge Ruiz su novela Bailarina, su primera incursión en el mundo literario. El líder de Maldita Nerea, que sacaba este año su disco homónimo, presentará su obra esta tarde a las 19.00 horas en Fnac, donde tratará temas como "el autoconocimiento" y la expresión emocional.

- ¿Cómo ha vivido esta primera incursión literaria?

-Pensaba que me venía grande, porque es un territorio que no conoces. Sin embargo, hay una frase que escuché de Antoine de Saint Exupéry, que decía que no hay que saber escribir, sino saber mirar. La verdad es que me he encontrado más cómodo de lo que imaginaba.

- ¿Dista mucho de componer?

-Sí, sí, no tiene nada que ver [se ríe]. Incluso ha hecho que llegase a plantearme si en vez de ser un cantante que escribe soy un escritor que canta. El libro me ha transformado mucho, y hay muchos adultos que se han empezado a acercar a Maldita Nerea con él.

- ¿Y esa bailarina que presenta en la novela? ¿En qué consiste?

-Lo que trata de expresar es que el cerebro tiene dos polaridades, la masculina y la femenina, ambas con características muy concretas, pero no excluyentes. El tipo de vida que llevamos está muy vencido hacia el lado masculino. Eso hace que el lado femenino, que es más emocional, quede relegado. Deberíamos pivotar sobre los dos, pero lo que está sucediendo es que olvidamos a nuestras bailarinas y las dejamos a un lado.

- Esa sensibilidad de la que habla es algo que está más socialmente aceptado en una mujer que en un hombre, pero usted lo reivindica en los dos.

-Hay mucha confusión en ese tema, que es bastante antiguo, aunque ahora se evidencie más. El lado emocional en los hombres se ve todavía como algo innecesario. ¿Cómo que un niño no puede llorar? ¡Si lo que tiene que hacer es llorar si lo necesita! Creo que no se expresa bien el hecho de que los dos lados no son excluyentes. Los niños los conjugan de manera natural. Después, con la educación, es cuando se va balanceando a uno de los dos.

- 'Con el ritmo de vida que llevamos, nos vamos olvidando de quiénes somos', dijo respecto a la novela, ¿a usted le pasó?

-Sí. Me pasó muy pronto, además. En el instituto ya estaba totalmente perdido, y la universidad fue un fracaso, porque no sabes dónde estás. Yo tenía unos talentos muy claros, pero nadie los vio porque nadie podía mirar.

- ¿No se apuesta por el talento?

-No se apuesta por la escucha. Si se puede acompañar a una persona hacia sus intereses, el talento es cuestión de tiempo que salga. Se sabe desde hace bastante cómo hacerlo y, sin embargo, se inhibe. Está todo muy centrado en las notas, o brillas en ellas o pasas desapercibido. A mí me pasó esto, hasta que me paré y empecé a vivir.

- Ahora sus canciones no pasan desapercibidas, pero usted sí.

-Sí, porque las he utilizado como centro de atención. Eso tiene sus consecuencias. Una de ellas es tener una vida totalmente anónima, que te mantiene en tierra. También agudiza el ingenio, porque ahora el mercado musical se mueve por marcas personales, y no entiende de seudónimos. Eso obliga a seguir conectando con la gente y a ser más activo para ser visible.

- Su novela nace junto al último disco del grupo. Su single, Bailarina , le llevó un año.

-Un año y el resto de mi vida hasta llegar ahí, porque al final todo se conjuga. Yo hago música que tiende a la reflexión, y tenía que ser un poco más ingenioso, porque la canción habla de cosas muy trascendentales, pero no quería que se notara. Al final salió algo totalmente diferente a lo que he hecho.

- Pero manteniendo el optimismo, su sello como banda, ¿la música debe ayudarnos a seguir?

-No sé si ayudar, pero creo que hay muchísimos colores en la vida como para hablar siempre del amor y el desamor. Puedes ofrecer historias interesantes hablando desde el sí, y no desde la pena y la ausencia. Que lo respeto, porque lo he hecho, y a veces por encargo lo hago. Por ejemplo, en este disco está A quien quiera escuchar, la canción que hice para Ricky Martin. Aunque es la pérdida de una persona que no puede estar con otra, no te deja llorando, te invita a vivir. Intento que la gente sonría.