Como el café soluble, Cela vuelve a casa por Navidad. El retrato que el Nobel coruñés encargó en 1945 al pintor Luis Mosquera y que el escritor hizo todo lo posible para que fuese trasladado a la Fundación que lleva su nombre, en Iria Flavia, ha regresado a su lugar, el Museo de Belas Artes de A Coruña, propietario del cuadro.

Los reiterados requerimientos de la directora del museo, Ángeles Penas; de la viuda del pintor, Carmen Pedrosa, y sus hijos, además del desmantelamiento progresivo de la Fundación Camilo José Cela, tras ser llevada a la quiebra y hacerse cargo de ella la Xunta de Galicia, facilitaron el regreso del lienzo a la ciudad.

Un exultante Camilo José Cela (Iria Flavia, A Coruña, 1916-Madrid, 2002) que por entonces había alcanzado un gran éxito literario gracias La familia de Pascual Duarte, encargó al retratista de moda y amigo suyo Luis Mosquera que lo pintara. Había decidido dejar los estudios de Derecho para ser escritor y quería verse como tal, con toda su dignidad, reflejado en un cuadro para la posteridad. A partir de entonces -1945- se puso a escribir su segunda novela, La colmena.

El cuadro de Luis Mosquera, de importante tamaño -110x120,5- superó las expectativas del joven Cela. El escritor aparece retratado con mirada profunda y desafiante, un libro entre las manos y, a su izquierda, sobre la mesa en la que apoya los brazos, una botella de vino, una granada y un mendrugo de pan. La pintura parece sugerir la ambición literaria del escritor y la necesidad alimenticia del joven Cela, que a lo largo de su vida demostraría no tener excesivos escrúpulos intelectuales a la hora de realizar tareas nutricias.

A pesar del éxito de crítica y ventas de La familia de Pascual Duarte, cuyo tenebrismo inauguró la novela española de posguerra, Cela no pagó el encargo a Mosquera, quien cansado de verlo en su estudio, optó por donarlo en 1946 al Museo de Belas Artes, que dependía del Ministerio de Cultura.

El óleo estuvo colgado en el museo coruñés durante años, hasta que en 1993 fue a dar a la Fundación Cela en Iria Flavia, en Padrón, por empeño del escritor, quien deseaba que el retrato estuviese allí, con sus manuscritos, sus libros y su colección de arte.

El Nobel recurrió a su amigo Manuel Fraga, presidente de la Xunta, y, con su mediación, el cuadro fue llevado a Iria , donde presidía la Sala de Viajes de la fundación, en la Casa dos Coengos.

El traslado -en depósito- no fue del agrado de la familia del pintor y así lo hizo saber a la dirección del Museo de Belas Artes, ahora dependiente de la Xunta, tras la cesión a la autonomía de las competencias en materia de Cultura.

Por fin, los requerimientos de Ángeles Penas y de la familia del pintor hicieron su efecto y una orden ministerial con fecha 21 de agosto de este año resolvía el regreso del cuadro, que llegó hace unas semanas al museo de A Coruña.

El retrato se exhibió en una exposición antológica de la Real Academia de Belas Artes en el Kiosco Alfonso, en 1990, y en la Ciudad de la Cultura, en Santiago, con motivo del centenario del escritor, de noviembre de 2016 a febrero de 2017.

Luis Mosquera (A Coruña, 1899-Madrid, 1987), un pintor de línea clásica, discípulo de Román Navarro, era cuando hizo el cuadro de Cela el retratista en boga, el pintor de la alta burguesía coruñesa y de la aristocracia madrileña. En esa época, Mosquera ya había retratado a Franco y a Primo de Rivera y no cesaba de recibir encargos.

El mismo año que pintó a Cela retrató al psiquiatra López Ibor y a Antonio María de Oriol y Urquijo, de la oligarquía financiera vasca. Poco después, retrataría al escritor Pío Baroja. Y, con el tiempo, también a Pedro Barrié y al fundador del Opus Dei.

La Xunta se vio obligada a rescatar la Fundación Cela en 2012 ante el total abandono en que quedó después de una década en manos de la viuda del escritor, Marina Castaño, y del gerente, Tomás Cavanna Benet, investigados por posible malversación, estafa y fraude fiscal en un juzgado de Padrón. En caso está pendiente de juicio.