Antonio Arias reconstruye la A Coruña de finales del siglo XX con En el fondo del mal, su primera obra de ficción tras la publicación de su ensayo La Marca. Mañana, a las 20.30 horas, el autor presentará en el bar Bristol (calle Torreiro, 11) la historia de Antón Renuard, un asesino que se ve obligado a afrontar su pasado al regresar a la urbe.

- Su anterior libro, La Marca era un ensayo, ¿por qué ha optado ahora por la novela negra?

-Porque hablo de lo que sé. Como siempre conocí a personajes muy de novela negra?

- ¿Ha conocido a muchos Antón Renuard?

-A algunos sí. No exactamente como él, pero hay delincuentes a punta pala. Como tuve relaciones con gente de la cárcel, por trabajo y clases que di, conoces a gente que cuenta cosas de otros.

- La trama comienza cuando Renuard regresa a la ciudad y se topa con cuentas pendientes, ¿qué ocurre después?

-Se encuentra con la gente que dejó con un buen marrón, de la mafia china. La primera parte está en prosa. La segunda, que se centra en cómo resuelve todo lo que tenía pendiente, la hice en verso. Es algo antiguo, que ya no se hace, pero me pareció un personaje muy épico, que incluso se podía prestar a eso. A mí me gusta mucho la lectura de obras clásicas como Virgilio u Ovidio, y me lo tomé como un reto.

- Su protagonista no puede huir de su pasado, ¿esa es la reflexión que quería hacer?

-Sí, que no se puede y que no se debe, pero sobre todo que no se puede [se ríe]. Hay que enfrentarse con él siempre, y el que no quiere, con más razón. Por algo será.

- En el caso de Renuard, es porque es un criminal.

-Sí. Los personajes salen del fondo del mal, de una situación muy precaria. Todos son de los bajos fondos, trabajan en el muelle. Hay un yonqui, un camarero, un asesino?

- Con ellos regresa a la A Coruña de finales del XX, ¿por qué se fue a entonces para contarla?

-Porque desde luego da juego. Había gente en la calle, una serie de infraestructuras que estaban a medio construir? Es, además, el ambiente y la ciudad en la que yo crecí, así que la conozco más. Como yo escribo muy por imágenes y sensaciones, fue lo que salió. Y es mucho más pintoresco que hacerlo sobre el presente.

- ¿Cuánto hay de sus vivencias en la novela?

-Hay sobre todo recuerdos de mi niñez y adolescencia. También tengo la experiencia de haber sido camarero casi 20 años, y meto muchas anécdotas. La novela abarca una época que no está muy definida, desde finales de los 70 hasta casi el 2.000. Lo quise hacer así para que tampoco se diera nadie por aludido, porque algunos hechos si ocurrieron de verdad, como cuando arde el local que era el 1900.

- ¿Es muy distinta la ciudad a como era entonces?

-Sí, mucho. Antes la gente tenía más cabida, y ahora parece que ha habido una espantada general y generacional tremenda. Casi toda la gente se ha tenido que ir fuera a trabajar, los puestos de trabajo están contados, en el puerto ya no se puede trabajar prácticamente? Veo una A Coruña muy desmantelada, hecha casi como ciudad residencial.

- "Hace falte volver a contarlo todo", ha dicho en alguna ocasión. ¿También la historia de la ciudad?

-Sí, sí, hace falta. Me refiero a que yo puedo leer a escritores más o menos contemporáneos, pero siempre a alguien joven le va a afectar más algo que cuente alguien de su generación. No importa que hayan dicho lo mismo que otros. Eso lo decía por La Marca, que trata cuestiones socio políticas y crítica social. Son cosas que se han hablado en otros libros, pero eso no quita que tú tengas que seguir diciéndolo si es que sigue ocurriendo lo mismo. Hay que contarlo las veces que haga falta, con razón y con derecho.